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La frontera de Juan Gabriel

Es imposible no escribir de la muerte de Juan Gabriel.

Se trata de una figura internacional, de un genio de la composición, y de unos de los creadores más importantes mexicanos. Se puede hablar de su carrera musical, de la importancia del disco “El México que se nos fue”, o de sus principios humildes hasta llegar a ser millonario. Se trata de un mito. Así como se habla de que todos en la revolución conocieron a Pancho Villa, así se habla de cómo todos alguna vez convivieron con Juan Gabriel. Pero todos sus logros no se comparan con la habilidad que tuvo en la creación de la frontera y Ciudad Juárez.

La “frontera” como la conocemos hoy, con sus problemas y con sus logros, empiezan y terminan con Juan Gabriel.

Hace unas semanas la directora de una escuela exclusiva para niñas que se abrió este año en El Paso, asistió a un congreso en Los Ángeles. Los comentarios no dejaron de sorprenderla. Se le pregunto a la directora que si no tenia miedo abrir una escuela en la frontera de puras niñas porque de esta manera ella estaba haciendo posible que se las robaran, se las llevaran a México, y las vendieran en el mercado negro como prostitutas. La directora no supo que contestar.

Tenemos a Trump usando la imagen de un enorme muro para detener a los ilegales que no son más que criminales, rateros y violadores. Y desde el centro de la República Mexicana no somos más que unos narcos que vivimos sin leyes y en el desierto político y cultural.

Pero la frontera de Juan Gabriel es positiva, cambiante, y culturalmente rica y por lo tanto, incongruente para los que no la habitan. La importancia del cantautor radica en que es imposible convivir que un lugar geográfico tan difícil, tan inhóspito, y tan lejos de la civilización, y ser alguien tan reconocido mundialmente.

El Divo de México es lo que se considera sinónimo de la frontera y por lo tanto no se apega a estereotipos de las definiciones preconcebidas que se tienen sobre los que habitamos en ambos lados del Rio Bravo. Juan Gabriel es un hombre poderoso, millonario, pero al mismo tiempo, humilde. Se trata de un genio musical, pero populachero. Se trata de un hombre que no termino la escuela pero su música es de la mas complejas musicalmente hablando. Se trata de un hombre, con una imagen homosexual, que vuelve loca a las mujeres. Son estas ambigüedades lo que los hace fronterizo.

La frontera es percibida como un nido de ambigüedades. No somos considerados mexicanos o mexicanas por nuestras costumbres anglosajonas, no somos gringos por nuestro idioma y nuestra modales, y no somos ni de aquí ni de allá. Nuestra identidad molesta porque no encaja en los patrones nacionalistas. Mientras El Paso es Demócrata, el resto del Texas es Republicano. Cuando Juárez vota por algún partido, el resto de México vota por el otro. Nunca estamos de acuerdo con los demás y las leyes federales en ambos lados son extrañas a nuestra diario vivir.

Pero aun así, Juan Gabriel se aseguró de poner a Juárez en el mapa internacional. Quizá la violencia ha redefinido nuestra identidad, y luego la visita del Papa, pero durante los últimos 20 años no hemos tenido otra bandera positiva que no sea la del compositor de “Amor Eterno”. Por supuesto que esa bandera ha sido definida como una bandera de

homosexuales, o de satánicos, o de narcos, o de incontrolados. Pero al mismo tiempo, el valor de sus composiciones musicales pertenecen a las de un genio.

Su muerte dejará un vacío muy grande. ¿Quién nos representara?

Descanse en paz.

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