No tuvieron tiempo para calentar la silla los nuevos diputados de Chihuahua cuándo ya estaban levantando el dedo para aprobar la reforma administrativa en el Estado que mandó el señor Javier Corral quién todavía no era gobernador del Estado.
Está muy bien que el entrante quiera darle su propia cara a la administración que pretende encabezar, pero en un sistema federal, los poderes funcionan como un mecanismo de equilibrio que debe limitar la concentración de poder y evitar que se maneje al poder caprichosamente. Pero en este caso el principio federal no funcionó. Simplemente, un poder hizo una genuflexión para cumplir el mandato de otro.
Más fast track no podía funcionar. Se instaló el congreso y en cuestión de minutos la nueva iniciativa estaba aprobada. Olvídese usted de los dictámenes en comisiones, porque éstas no estaban creadas. Arriba el dedo que para eso se han colgado de la ubre maravillosa del poder y la riqueza individual.
Lo dicho hasta el cansancio, en México nunca pasa nada ni cuando pasa, llegó un nuevo gobierno para actuar con la misma imposición del que se fue. El autoritarismo se refrenda como forma del régimen y por lo visto, los próximos dos años, estos diputados obedecerán sin chistar.
Ya nos tienen acostumbrados a que el congreso hace lo que quiere el gobernador, especialmente cuándo ese partido tiene la mayoría de los votos, menos mal que este no nos decepcionó.