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Trump y AMLO

Cuando usted lea esta Columna, se habrá llevado a cabo el tercer y último debate entre Hillary Clinton y Donald Trump. Las expectativas por el resultado de las elecciones en los Estados Unidos son increíblemente grandes en nuestro país, como ninguna otra elección. Ante la reciente pero constante caída de Trump frente a Hillary hasta el peso mexicano se fortalece.

¿Por qué este interés descomunal por el resultado de las elecciones en el pís vecino? Pues es simple, porque el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (conocido comúnmente como NAFTA, por sus siglas en inglés), ha rendido los frutos que se esperaban.

En México se han invertido miles y miles de millones de dólares en infraestructura industrial, ha habido cantidades incalculables de transferencia de tecnología, prácticamente de forma gratuita, se ha entrenado a nuestra base laboral con los más altos estándares de calidad en la producción de todo tipo de manufacturas, destacando las autopartes y toda la cadena productiva relativa a la industria automotriz, a la industria aeroespacial, a la producción de artículos de línea blanca y electrodomésticos, a la producción final de artículos de alta tecnología, como teléfonos inteligentes, computadoras, televisiones de última generación, productos médicos, sistemas de control, aires acondicionados, y toda clase de productos de la industria metalmecánica, entre otros muy variados artículos de consumo final e intermedio.

El comercio internacional entre México y Estados Unidos es de casi 584 mil millones de dólares anuales, teniendo México una balanza comercial positiva con los Estados Unidos de casi 50 mil millones de dólares.

De los números anteriores encontramos que Estados Unidos tiene generados 1 millón cien mil empleos directos derivados del comercio con México, principalmente en la exportación de automóviles, bienes agrícolas, energéticos, maquinaria y equipo y una gama muy grande de servicios.

Donald Trump ataca a México, utilizando principalmente el argumento del déficit comercial de los Estados Unidos. Aunque Estados Unidos lleva muchos años convirtiendo su economía de una industrial a una basada en el capital humano de valor agregado.

Los servicios predominan en la economía estadounidense, destacándose los de la tecnología de la información, los servicios financieros y bancarios, los servicios públicos como los de electricidad, agua y saneamiento, distribución de gas y de telefonía, los servicios de seguros, los servicios médicos, el turismo, el

de la aviación, los de apoyo administrativo, los servicios de transporte y logística, los servicios educativos y profesionales, como los legales y de contaduría, los servicios inmobiliarios, los servicios de las artes y entretenimiento y sobre todo los relacionados con la investigación y el desarrollo, así como todos los relacionados con sus militares.

La economía estadounidense dista mucho de lo que presume Trump respecto a su debilidad, es la más grande del mundo. Su población goza del mayor ingreso de los países de la OCDE. La inversión extranjera asciende a 2,400 millones de millones de dólares y sus activos financieros suman 131,000 millones de millones de dólares.

Trump, como Hitler lo hizo en su época, incide en la psique de los estadounidenses, apelando a su hígado, como lo hace AMLO en México, a su xenofobia, igual que AMLO, a su odio racial, con todo lo que no sea autóctono (hasta el nombre MORENA de su partido político lo evoca). Tanto Trump como AMLO quieren regresar al proteccionismo y separarse de la globalización, destruyendo los tratados de libre comercio.

Asimismo, Trump quiere separar con un muro a Mexico de Estados Unidos, situación que no se ve que AMLO critique, porque nos quiere tener alejados de ese país.

Trump ofrece apoyo gubernamental a la industria en Estados Unidos, lo mismo que AMLO ofrece para la mexicana.

Pero una gran diferencia existe entre Estados Unidos y México frente a sus candidatos populistas, uno de extrema derecha otro de extrema izquierda, es que en Estados Unidos no le temen a AMLO, aunque podría significar una gravísima amenaza para su economía y seguridad nacional tener un gobierno tipo Chavez en su frontera sur. En cambio, en México le tememos mucho a un posible triunfo de Trump, aunque su caída se ve inminente.

Lo que debemos llevarnos como mensaje después de estas reflexiones, es que la prosperidad de nuestras naciones se deriva del orden institucional que tengamos. En los Estados Unidos ese orden no está en juego, en México sí lo está por desgracia. En los Estados Unidos una posible subida al poder de un líder mesiánico como Trump, sería un reto para sus instituciones, pero ellas los resolverían de una y mil formas. La primera y más probable, es impidiéndole subir al poder. Pero en México, sí tenemos la posibilidad de caer en la vorágine del populismo y la dictadura, cosa que les debería de preocupar tanto a los mexicanos como a nuestros vecinos del norte.

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