A puñaladas iguales llorar es de cobardes. La historia de Estados Unidos registra numerosas intervenciones en otros países. Bajo el principio América para los Americanos, primero fue la expansión con la que fue tragándose los territorios aledaños hasta que se frenó en la actual frontera con México y sometió a otros territorios como Puerto Rico, Filipinas, Alaska, Hawái.
Superada la etapa física llegó la económica, con esta entró en Guatemala y muchos otros países. Esta no ha terminado y se usan muchos recursos para avanzar en los intereses estadounidenses.
La tercera etapa fue la ideológica bajo la cruzada anti comunista con la que tiró a Salvador Allende y después en un falso arranque de remordimiento, tiró a Pinochet, el gorila de su hechura. Bajo esta cubierta apoyaron el tráfico de drogas y armas. La escuela de las Américas sirvió para expandir esta ideología.
Cualquiera podría decir que esa es la historia de las potencias coloniales: desarrollan un apetito insaciable por la riqueza de los demás y una vez conquistada y frecuentemente arrasada, se van dejando tras de sí la más extrema miseria sin el menor asomo de reparación. Es la historia de África.
Los métodos de la intervención en otros países son múltiples, sin descuidar lo político electoral, que de funcionar le da la oportunidad al interventor de decir que trata con un gobierno democráticamente electo. Al parecer este es uno de los elementos de ruptura entre Obama y Netaniahu cuyo impacto en la relación bi-nacional se amplía cada día más. Menos mal que algunas acciones Obama las tomó al final de su mandato sostienen algunos israelíes.
La intervención es el camino de Putin para establecer las relaciones con Estados Unidos por los próximos cuatro años.
No podemos pensar que Putin le dio una lección a USA para que aprenda que el que se lleva se aguanta, cosa que no aceptan los estadounidenses que han tomado la intervención como un acto de guerra. Ellos pueden, pero a ellos no se las pueden hacer. Entre otras cosas, la intervención demostró la fragilidad del sistema electoral estadounidense y que un candidato puede acudir a una potencia extranjera para ganar. Aunque la salida de Trump es falsa, al sostener que no se puede demostrar que el hackeo modificó los resultados por casilla, algunos expertos sostienen que la publicación de los correos hackeados y la intervención del FBI demuestran como se manipuló a los votantes.
La historia de la URSS también es una historia de expansión y la política de Putin después del desmembramiento de la URSS ha continuado el expansionismo soviético, ya sea por la invasión y/o anexión, ahí esta Georgia, Crimea, Abjasia, Osetia del Sur que lo posicionan en el Mar Negro.
Putin que es un resultado de la mentalidad de la guerra fría, sigue viendo al mundo con los ojos del policía político, con la salvedad que se ha asociado a la nueva oligarquía, que posiblemente le recuerde a la jerarquía del partido que obedeció.
Esto sucede bajo la mirada supuestamente crítica de Europa y el mundo que reaccionan con tibieza, lo que engalla a los rusos que se sienten tolerados. Se establecieron sanciones, que afectan en algo, pero no hay acciones políticas duras, o moción de censura en ningún organismo de la ONU contra los abusos rusos. Nadie se atreve contra el oso blanco, contra la furia del ex agente de la KGB que sin piedad masacra a sus contrincantes.
Rusia tiene una larga pretensión de control del Medio Oriente y Asia. Ansia tener una salida al Mediterráneo aunque Turquía se le atraviesa, por eso trata de controlar Siria y Líbano, a Israel lo ha respetado hasta ahora por la intervención de Estados Unidos.
Invadió Afganistán para posicionarse geográficamente hacia el control del Golfo Pérsico para sufrir una fuerte derrota.
Rusia sigue viendo al mundo con ojos bi polares, donde ellos son una de las potencias.
En esta visión del mundo, Estados Unidos sigue siendo un gran contrincante, así que debilitarlo cabe perfectamente en sus cálculos.
Obama jugó mal sus cartas en Siria y Putin se ha montado con fuerza para aprovecharse del desenlace, desde ahí gana posición sobre Iraq e Irán y conlleva el beneficio de la reconstrucción que hará seguramente asociado a sus oligarcas y tendrá acorralado militarmente a Israel y su aliado central: Estados Unidos.
Rusia está acostumbrado a la política de largo alcance. Saben vivir con gobiernos estables aunque sean dictaduras y los cuatro años de Trump le serán muy útiles para continuar reconstruyendo el viejo imperio soviético.
Trump es un peón en el juego muy temporal, Estados Unidos como reina en ese tablero de ajedrez ha sido sacrificado. A Rusia no le importa la avaricia, tarde o temprano el Gulag ajusta cuentas, mientras la razón de Estado prevalece.