La semana pasada escribí un comentario sobre las sociedades de escritores en México en el que apunté la aparición de una dama misteriosa que figura como “adjunta del secretario general” de la Asociación de Escritores de México (AEM) que prohijó el gobierno de Díaz Ordaz en 1964.
Esta dama misteriosa se llamaba June Cobb. Una pesquisa por la red la gradúa de misteriosa a enigmática pues, según la versión que se lea, ya se trataba de una inocente norteamericana empeñada en rescatar a México de las garras del imperialismo, ya de una mata-hari despiadada empeñada en poner a México en las garras del imperialismo.
Honey trap
Para empezar, June Cobb se involucró sentimentalmente con un narcotraficante colombiano que trasegaba opio ecuatoriano y coca colombiana a las mafias de Las Vegas y Nueva York. Luego se puso a difundir los ideales de la revolución cubana y a traducir los discursos de Fidel al inglés. En 1959, Fidel la invitó a Cuba, conmovido por su solidaridad y la nombró jefa de las traducciones revolucionarias (En otras versiones se habría colado en Cuba para ayudar a matar a Fidel; en otras, era la secretaria de Fidel; en otras más, amante de Fidel; en otras hermana o hija de Fidel.) En 1960 fue a Estados Unidos donde la habría pescado la CIA, que la convenció (o la obligó) a enrolarse como espía en México.
En 1961 June Cobb llegó a México, se instaló en el Hotel Regis y se reportó con el jefe local de la CIA, David Atlee Phillips (famoso porque escribió un libro sobre su vida en la CIA en el que Luis Echeverría se llama LITEMPO-14, o algo así). La CIA la puso a espiar de inmediato como honey trap: la espía seductora que aprovecha sus (como se dice) encantos para seducir moscas dispuestas a soltar secretos a cambio de una probadita. Y a eso se dedicó hasta 1966.
Bueno, y aquí es donde el misterio se convierte en enigma y el enigma en desmadre, porque es cuando June Cobb se involucra en la madre de todas las teorías de conspiración, el asesinato de John Kennedy. Es una trama con miles de variantes, una de las cuales es la subtrama “Lee Harvey Oswald en México”.
Un señor H.P. Albarelli, autor de uno de los inumerables libros sobre el tema (cada libro produce dos en contra, diez páginas web a favor y en contra y mil posts contradictorios) registra un mensaje de la CIA que reporta que June Cobb ya se ha infiltrado entre intelectuales. Más tarde, en 1964, Cobb “ha estado trabajando para la Asociación de Escritores de México”. ¿Por qué no se les hizo raro a los jefes de la AEM (el presidente Pellicer, los vicepresidentes Rulfo y José Revueltas, el comisionado Bonifaz Nuño) que una gringa que venía de Cuba y que no era escritora, pero sí despampanante (así se decía entonces) fuese la “secretaria adjunta” y hasta firmase su acta constitutiva? Más amigos de June Cobb eran la poeta costarricense excomunista Eunice Odio, exmujer del crítico José Vázquez Amaral (que trabajaba con la Fundación Rockefeller), y el sabio políglota Ernesto de la Peña. Cobb era tan amiga de Eunice Odio que acabaron compartiendo departamento y amistades.
Y ahí es donde la subtrama se espesa, porque de acuerdo con los estudiosos del capítulo Oswald en México, Odio le presentó a June Cobb a Elena Garro. La espía y la escritora se hicieron tan amigas que ésta invitó a aquella a hospedarse en su departamento, y la gringa aceptó y se abrió una particular y muy revoltosa subsubtrama…
Vamos nena, bailemos twist
Cuando Cobb y Garro se hicieron amigas en 1964 ya iba a cumplirse un año del asesinato de Kennedy (22 de noviembre de 1963) a manos de Oswald (según la Comisión Warren), o a manos de los cubanos, o de Lyndon Johnson, o de la CIA, o de los soviéticos, o de la mafia neoyorquina, o de la mafia de Las Vegas, o del Ku Klux Klan o de su hermano Bobby o del Vaticano o de quien diga el libro/conspiración de la preferencia de usted.
Elena Garro y su hija, Helena Paz Garro, decidieron que habían sido los cubanos y al día siguiente del asesinato se fueron a la embajada de Cuba a gritarles “asesinos”. ¿Por qué decidieron que habían sido los cubanos? Intuición femenina. Más tarde declararían que ese mismo día su amigo Manuel Calvillo (el escritor y secretario de Alfonso Reyes), que según ellas era “un agente de Gobernación”, se las llevó a un hotel del centro donde las dejó “ocho días con el pretexto de que estaban en riesgo de ser atacadas físicamente por los comunistas”.
Después (?), las Elenas vieron las fotos de Oswald y dijeron: este es el gringo que vimos en la fiesta de bailar twist. Y fue así que se inició la subsubsubtrama Mexican Famous Writer Saw Oswald in Twist Party.
La fiesta de bailar twist se habría llevado a cabo a fines de septiembre o principios de octubre de 1963 en casa de Rubén y Horacio Durán Navarro, primos de las Garro. Horacio estaba casado con una señora Silvia Durán que trabajaba en la embajada de Cuba y era amiga de June Cobb. Garro, que la trataba de “puta”, concluiría más tarde que era amante de Oswald y que por eso Oswald había ido a bailar twist.
Según Garro, al primero al que le contaron que habían visto a Oswald en esa fiesta fue a Manuel Calvillo, quien la convenció de no ir a contarlo a la embajada de EUA porque esa embajada “estaba llena de espías comunistas”. Y le creyeron.
Durante un año, vivieron con la memoria de esa fiesta hasta que, un año después del asesinato, decidieron que era su obligación cívica ir a contarlo a la embajada gringa llena de comunistas. Las recibió el agente de la CIA Clark Anderson (en otras versiones, era del FBI y se llamaba Rolf Larson) en noviembre de 1964. Declararon haber visto a Oswald, que también estaban el general José de Jesús Clark Flores y el “dramaturgo comunista” Emilio Carballido, entre otros. Silvia y los hermanos Durán Navarro fueron detenidos por la PGR e interrogados también por la CIA y el FBI. Silvia odiaría para siempre a Garro.
Según el reporte del FBI sobre esa primera comparecencia, citado por Albarelli, la señora Paz (Garro seguía usando el apellido a pesar del divorcio) y su hija
parecían ser algo bohemias. La Sra. Paz negó ser comunista, pero dijo haber trabajado en favor de la reforma agraria en Morelos años atrás para que le dieran tierras a los campesinos. Mencionó los nombres de muchos liberales e izquierdistas mexicanos con los que ha tenido trato en el pasado. Su conversación era trastabillante y la impresión de los agentes fue que no estaba del todo estable.
No obstante, las agencias de investigación estadounidenses, tan diligentes, abrieron el expediente GARRO que continúa creciendo hasta la fecha…
Tomado de Letras Libres