La guerra que inició Felipe Calderón no ha terminado ni parece tener un fin cercano. El número de muertos en el país solamente esta superado por Siria, país que sufre una guerra prolongada.
12 años después de la guerra de Calderón el país está peor. Gente desaparecida, asesinados, torturados, por todos lados. El país sufre más de 29 millones de delitos al año. Las adicciones aumentan y aumenta el territorio no controlado por el gobierno.
Los criminales suplantaron al gobierno y la sociedad sufre por la inseguridad. El costo económico de la inseguridad supera 1.5% del PIB y posiblemente sea una cantidad similar lo que le cuesta a la sociedad defenderse, lo que es una muestra indudable del fracaso del gobierno.
El gobierno renuente a aceptar su fracaso y buscar nuevas estrategias, opta por militarizar al país e incrementar las violaciones de derechos humanos, condenadas en todas partes.
Frente a la condena internacional el gobierno se defiende cuestionando las fuentes de los condenantes. Igual que el ejército pide ahora nombres de las víctimas de sus abusos.
La auto defensa del gobierno no lleva a ningún lado.
El país y el mundo reclaman una nueva estrategia que lleve a recuperar el control del territorio, de las policías, de la tranquilidad de la gente, de la moralidad, de la ética, lo que no se consigue negando la realidad.
El gobierno debe abrir los oídos, aprender a escuchar y dejar de jugar al autismo para atender los reclamos sociales y las condenas en el mundo. No importa la reputación de los gobernantes, lo que se impone ineludiblemente es la defensa de la sociedad.