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In memoriam Juan Miguel de Mora

Cuándo publiqué El deterioro del presidencialismo mexicano en inglés, quise denunciar la persecución de que fui objeto y que me llevó a salir de México. El editor consideró que meter el relato en la introducción se vería como una provocación, así que busque mejor contar una historia ejemplar, para que quedara claro que le decía a juan para que entienda Pedro.

El sujeto de la historia era juan Miguel de Mora, un filólogo de estatura mundial, experto en sánscrito, fue el primer extranjero en dar clases de sánscrito en India y en sus ratos libres escribía libros en contra de los gobiernos. Su libro sobre el 68 ha sido de los más leídos.

En los aciagos años de Echeverría, Juan Miguel escribía para Le Monde, muchas veces sobre arte y cultura, pero un día fue llamado por Fausto zapata, Subsecretario de la Presidencia, para proponerle que antes de enviar sus textos a Francia se los mandara a él, y a cambio recibiría un estipendio superior al de su salario de la UNAM, que en ese entonces era elevado.

Juan Miguel se negó y al otro día lo llamó el director de El Heraldo para decirle que tenía que salir del país. Lo apoyarían pero se iba de inmediato. Juan Miguel tomó su camper y se dirigió manejando al sur. En una zona de Chiapas sintió algo extraño en las llantas, al revisar vio que los birlos habían sido aflojados para que al zafarse las ruedas pareciera un accidente. Ahí donde se detuvo había una ambulancia estacionada. Salvo la vida, aunque fue un fuerte mensaje del poder.

Esa no era la primera vez que Juan Miguel salvaba la vida. Teniendo escasos 16 años decidió entrar a las brigadas internacionales en España para luchar contra el fascismo. Esa lucha la continuo hasta el fin de sus días. Parte de la vivencia se mantuvo en secreto varias décadas, hasta que la experiencia dolorosa de la batalla del Ebro fue relatada en uno de sus libros.

Tiempo después armado con una credencial de periodista volvió a España para publicar notas contra Franco en la revista Siempre. El gobierno franquista estaba muy irritado con él y frustrados por no poder detenerlo, corrieron la versión de que el autor de la columna no existía, y que seguramente era una mentira de los republicanos en el exilio mexicano. Para desmentir a Franco, Juan Miguel se paró junto a un agente de la Guardia Civil en Madrid, pidió que les tomaran una foto y la mando a México para ser publicada. Era obvio que la maniobra destruyó su cubierta, por lo que tuvo que salir de España. De nuevo salvo la vida.

Llevaba yo varios días pensando en él y me hice el propósito de buscarlo en mi próximo viaje a México. Pero hace unos días recibí un correo de su amada esposa Ludwika informándome la mala noticia de que Juan Miguel murió mientras dormía.

Tenía 95 años al morir y deja detrás un enorme legado intelectual, una obra sólida y muy comprometida con los valores que defendió hasta poner su vida en peligro.

Así su importante obra académica, se acompaña con ese gran legado político y humanista que se tradujo en el compromiso con los principios, esa voluntad de defender con la vida los valores más preciados.

Así como no cedió ante la atracción del dinero, tampoco cedió ante la amenaza directa del poder. Ni Franco ni Echeverría lograron su silencio.

Descanse en paz Juan Miguel de Mora.

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