Diario de un reportero
Esa tarde soleada de marzo de mil novecientos ocho James Creelman sacó su pluma y su cuaderno y escribió lo que pensaba en voz alta el hombre parado junto al manantial donde Moctezuma solía beber:
"He esperado pacientemente el día en que el pueblo esté preparado para escoger y cambiar a sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas, sin lesionar el crédito nacional, y sin interferir con el progreso del país. Creo que ese momento ha llegado", dijo Porfirio Díaz conmovido, mirando hacia el horizonte.
Ciento nueve años después uno se pregunta si efectivamente estamos preparados para ejercer la democracia en paz, con decencia, de manera ordenada y tolerante. Para muchos la respuesta es clara: no.
Los procesos de cambio de autoridades municipales en Veracruz sirven como punto de reflexión. Desaparecieron las ideologías que ofrecían una visión de la comunidad que queremos, y los partidos se convirtieron en clubes de intereses, cuyos socios cambian de camisa sin recato e intercambian insultos y calumnias en vez de presentar propuestas y escuchar ideas.
El poder es dinero y viceversa. Las campañas políticas son – o siguen siendo – asuntos de violencia, de compra de votos, de robos de boletas y de urnas, de alteración de actas, de intimidaciones a votantes, de chismes y difamaciones de voz viva y en los medios y en las redes sociales, de mentiras, de amenazas, de reparto de cosas a quienes darían su voto por cualquier cosa, de enemistades y de odios y rencores, y, en fin, de infiernos grandes.
Nosotros lo vimos. Muchos lo vivieron de cerca. Casi la mitad de los veracruzanos empadronados prefirió irse a otro lado el día de las elecciones, o quedarse en su casa haciendo otras cosas para mejor servicio del municipio. En general, se trató de un proceso a cuyo desaseo todos contribuyeron.
Ahora les toca a todos vigilar que quienes ganaron las elecciones hagan buenos gobiernos. No es cosa fácil, porque la democracia no consiste nada más en votar, ni la participación se agota cuando gana un candidato. Hay que prepararse para aceptar que cualquiera puede obtener más votos que otros, y para entender en qué consiste la actividad política.
Otro Porfirio (Muñoz Ledo) me lo explicó hace más de un cuarto de siglo. Lo importante es tener muy claro que el otro no es el enemigo sino el adversario, me dijo un día mientras encendía un Benson&Hedges en las calles de El Paso: "El otro no tiene por qué ser el enemigo".
Alguien se fue al monte en Tembladeras
El gobernador Miguel Ángel Yunes Linares fue muy claro cuando aseguró a principio de mes que ni él ni ninguno de sus colaboradores había autorizado la construcción de un centro comercial y un hospital en la zona natural protegida de Tembladeras, no muy lejos del aeropuerto de Veracruz.
Pero parece que no es así. Según una investigación documental de Miguel Ángel Barragán, reportero de alcalorpolítico.com, la Secretaría Estatal de Medio Ambiente (Sedema) aprobó la obra el último día de enero de este año, y hay fotografías de la maquinaria que destruye el frágil ecosistema donde viven especies animales irremplazables, y tapona los desagües naturales que evitan inundaciones en diecinueve colonias del Puerto.
Alguien perdió el hilo en algún lugar de la maraña de la comunicación oficial. Pero será difícil que los medios – y por consiguiente los veracruzanos – sepamos en qué paró la cosa porque el gobernador (que calificó la noticia como rumor, y dijo que él no se ocupa de rumores) es el único funcionario que puede hacer declaraciones. Casi como en otro tiempo...