Última Instancia
Ahora, el tema de moda son las elecciones que acaban de llevarse a cabo en el Estado de México, Coahuila y Nayarit. Yo tuve la oportunidad de ayudar en Coahuila a mi compañero de la LXII Legislatura en la Cámara de Diputados, mi buen amigo Memo Anaya. Ahí estuve representando al PAN en uno de los Distritos Electorales Federales.
Meses antes, el Instituto Electoral de Coahuila, celebró un convenio de colaboración con el Instituto Nacional Electoral, para que el INE llevara a cabo ciertas acciones previas al desarrollo de la jornada electoral, así como el proceso mismo de la jornada. A raíz de eso, en el Distrito 4 en el que estuve, se coordinó el proceso de las elecciones en la mitad de Saltillo.
Como se ha venido experimentando desde hace mucho, las jornadas electorales generalmente se llevan a cabo en santa paz. Esta no fue caso de excepción (aunque tengo entendido que en Ciudad Acuña se robaron unas urnas). Sin embargo, ahora que he experimentado recientemente dos elecciones (la del año pasado en Ciudad Juárez), me he dado cuenta que ante los avances tecnológicos que tenemos, los procedimientos electorales actuales han quedado obsoletos.
El sistema electoral mexicano es probablemente el más complejo del mundo, ya que está basado en la mala fe, de que todos los actores involucrados actúan con maña, principalmente el llamado “partido oficial”, el PRI. Así, que como resultado de lo anterior, tenemos múltiples procedimientos de verificación de que los proceso se llevan a cabo con imparcialidad, con una fuerte intervención ciudadana.
Esto no es producto de la necedad, sino que en México brincamos de un sistema autoritario en donde las elecciones prácticamente no existían, ya que no había leyes electorales, tribunales de elecciones, apelaciones ni recursos; los funcionarios de casilla eran los jefes seccionales del PRI, la Secretaría de Gobernación manejaba las elecciones, y la oposición se reducía a unos cuantos ángeles de la democracia del PAN o de una izquierda escuálida, en la que el sistema autoritario trataba con burla y desdén.
Pero todo esto cambió a partir de los años ochenta, cuando grupos de empresarios jóvenes e idealistas y profesionistas bisoños se aliaron con el PAN con una firme convicción de tomar el poder. Así, poco a poco se fueron conformando los cambios a los procesos electorales, hasta llegar 1997 cuando el PRI perdió por primera vez la mayoría en la Cámara de Diputados, y por supuesto, en el año 2000 en que vino el primer gobierno de oposición con Vicente Fox, postulado por el Partido Acción Nacional.
Desde entonces, la legislación electoral en México ha tendido varios cambios, muchos de ellos que, a mi gusto, han representado regresiones, sobre todo las que se hicieron después del 2006, al contentillo de López Obrador.
Recientemente se estableció un sistema nacional electoral, el cual considero que quedó corto al no haberse eliminado a los llamados Organismos Públicos Locales Electorales u “OPLES”, que son los Institutos Electorales de los Estados y de la Ciudad de México, mismos que tradicionalmente han quedado, de alguna manera u otra, bajo la influencia del gobernador en turno.
Para evitar abusos, se creó un mecanismo mediante el cual, el INE puede atraer el control de todo o parte de un proceso electoral, antes, durante o después de las elecciones, a fin de evitar una intromisión por parte de algún gobernante que quiera ayudar o perjudicar a algún candidato en una elección.
En las recientes elecciones del Estado de México y Coahuila hay precisamente duda de intromisión de los gobernadores del PRI en la elección. Por ejemplo, en Coahuila, donde yo participé, el resultado del PREP, que arroja los resultados preliminares electorales derivado de la lectura de las actas de escrutinio y cómputo levantadas por los ciudadanos que fungen como funcionarios electorales en las casillas, se suspendió, dejando pendiente más de mil casillas, arrojando un resultado parcial en favor del candidato del PRI a la gubernatura.
Lo anterior ha generado una fuerte oposición por parte del PAN que también dice que su candidato ganó la elección, basado con los datos arrojados por sus representantes y los de los otros partidos, a la que se le han unido los candidatos que obtuvieron una votación menor.
Por lo anterior es imperativo que el INE atraiga el cómputo de la elección, y me pregunto, ¿por qué no podemos modernizar nuestros métodos electorales, con votaciones electrónicas, o establecer aplicaciones para reportar los resultados a través de los teléfonos inteligentes, o a lo menos, sacar fotografía de las actas de escrutinio y cómputo y mandarlas a las autoridades electorales?, así podrían realizar un PREP mucho más rápido.
De esta forma se evitarían los conflictos y se pudiera dar mayor certeza a las elecciones, haciendo más difícil la burda intervención de los gobernadores.