Las elecciones del Estado de México son importantes por diversos factores:
El simbolismo que el PRI le ha dado a la elección considerándola la antesala de la elección presidencial, por tratarse de un estado importante en población y economía y porque no han perdido por más de 80 años.
Porque el estado esta controlado por un grupo conocido como Atlacomulco, aunque los priistas consideran que son los Tolucos. El Valle de Toluca comprende 22 municipios entre los que destacan Toluca, Metepec, Lerma y Tenango del Valle, una zona altamente industrializada.
La importancia se eleva porque el presidente es de ahí y muchos trataron de convertirla en referéndum; el hecho que haya nominado a su primo, elevaba la apuesta para arrebatarle el poder a un grupo y a una familia que se rehúsa a soltar el poder o el botín.
¿Qué pasó ahí?
Hace seis años los priistas lograron frenar la intención de Peña de nombrar a su primo pensando que había gran riesgo de perder.
El largo dominio de los tolucos descuidó el oriente del Estado y el llamado corredor azul, una zona industrial que cayó en manos del PAN y ahora recuperada por Morena. La aristocracia toluquita menospreció a las zonas proletarias o empobrecidas del oriente y perdieron el control de las zonas controladas por el narco. Se confiaban en que las elecciones a gobernador se controlaban por el peso del Valle de Toluca mientras que las diputaciones se repartían autoritariamente desde la oficina del gobernador y las alcaldías permitían mantener el poder de poderes locales, tradicionalmente ligados al PRI.
En 2011 la nominación de Eruviel Ávila, un hombre del oriente, permitió una recomposición de votos a favor del PRI y empezar a mellar el poder del PAN. Aunque para el partido y los tolucos la solución políticamente fue buena y permitió cubrir sus negocios, les mostró el riesgo de ser desplazados. Si Eruviel hubiera podido imponer a su sucesor(a), porque había una mujer, se abría la posibilidad de que los Tolucos fueran relegados disminuyendo su poder. Dos sexenios fuera son mucho tiempo.
Este peligro generó obstáculos para el gobierno de Eruviel generados desde la cúpula política del país, y aunque se intentó atolucarlo, constantemente se minó su poder. Una cosa era dejarle seis años y otra que abriera la puerta para desequilibrar el poder de los tolucos. La respuesta en 2017 de esa oligarquía que se siente aristocrática dio lugar a una estrategia concentrada en:
I. Entregarle la candidatura al primo pensando que todavía Toluca pesaba mucho, y asegurar que no fallara la continuación del grupo y la familia;
II. Propiciar la atomización del voto de oposición. Morena crecería en el oriente a dónde se impulsó a un perredista para que pelearan por la misma clientela electoral. Manejaron a una panista que ya había experimentado los problemas de ser abandonada en la campaña, con lo que no era una opción real, lo que podía mover parte del voto del corredor azul hacia el PRI por la renuencia de los panistas a votar por Morena. Cuándo los panistas se molestan no salen a votar, o votan por cualquiera menos por Morena.
III. El gobierno armó una campaña intensa en los medios para revivir la campaña del “peligro para México” con otras palabras aunque los mismos tonos. Los texto servidores se dieron vuelo atacando a López Obrador, frente a la tesis que si Morena ganaba el EDOMEX ganaría la presidencia en el 2018.
IV. Considerando que la geografía política no cambiaría mucho, una elección de ese tipo no requería de muchos votos para ganar, cómo sucedió. Por Del Mazo votó 1 de cada seis mexiquenses. Cuatro candidatos ayudaban a fragmentar la mayoría necesaria.
Un priista distinto, de fuera de Toluca y de la familia dominante, posiblemente hubiera tenido más oportunidades de ganar, sin que se instalara la duda del fraude electoral.
El proceso lo ganó AMLO. Demostró cuánto pesa su presencia y que pudo elevar la votación por su partido por arriba de los 30 puntos, aún en contra de una guerra sucia intensa. Un partido creado en 2014 amenaza al PRI y su grupo más poderoso en el Estado, y el gobierno hace trampa para no perder el botín.
El proceso lo perdieron Peña y el PRI. Nadie les creerá que no hicieron trampa, lo que lanzará una sombra poderosa sobre el 2018, que podrá inclinar la elección en su contra.
Aunque los Tolucos ya se beneficiaron y mucho con la presidencia, los priistas están preocupados por un triunfo de la izquierda, porque podrá arrebatarles muchas de sus bases de apoyo, generando un cuadro complicado para las décadas por venir.