Hace unos días la PROFECO anunció que demandaría a varias líneas aéreas por realizar cobros indebidos, resaltaron el que se cobre la primera maleta.
Hasta aquí parecía una buena noticia, excepto que las siguen cobrando. Las aerolíneas han subido sus precios y empeorado el servicio. Según el aeropuerto de la Ciudad de México, ellas son las responsables por la mayor parte de los retrasos, algunos de muchas horas. Y por supuesto sin retribución a los pasajeros que ven arruinados sus planes. Hay empresarios que ven arruinados sus negocios por perder citas.
Las líneas que se anuncian de bajo costo se las ingenian para cobrar de todo: el asiento, subir primero al avión, la comida, la maleta. Abusos al por mayor realizados bajo las narices de las autoridades sin que éstas hagan nada, resultado: impunidad a todo lo que da.
El servicio aéreo se popularizó y dejo de ser un medio para el uso de las élites. Hay vuelos que salen más baratos que los de autobús recortando el tiempo significativamente.
Al cambiar el perfil del viajante, ahora tienen a más gente que no conoce sus derechos y tampoco sabe pelear contra el abuso. Esto que lo saben las líneas lo usan con descaro contra los pasajeros inermes que sufren calladamente. Cuándo finalmente protestan, se encuentran contra la arrogancia de los empleados de las líneas que maltratan a los pasajeros y a veces les avientan a la policía, cómo si quejarse fuera delito. Finalmente, poco les importa la satisfacción del pasajero. Es cómo cuándo se volcaban los autobuses de la Flecha Roja y la gente los seguía usando por falta de opciones.
Alguien tiene que meterlos en cintura. Es insuficiente anunciar castigos, la autoridad debe poner orden y proteger a la sociedad, al consumidor que ha sufrido y sigue sufriendo el abuso.