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Alianzas en 2018. ¿Unidad Autoritaria o Unión Democrática?

Los principales obstáculos de la consolidación democrática en México radican en una cultura política tradicional y, principalmente, en los representantes del régimen postrevolucionario. En conjunto, ello prolonga el establecimiento de un Acuerdo Nacional que culmine la transición y delimite el futuro del país. Si la transición mexicana a la democracia no se cierra con un Acuerdo Nacional que defina el futuro político-económico-social del país, habrá una larga y gradual semidemocratización que no atenderá con la emergencia necesaria las demandas nacionales; pero que puede llevarnos a graves extremos de violencia y peligro.

Nadie puede negar cierto avance en el país. Ahora existen más instrumentos para sustentar las razones y los reclamos. Existe ya una sociedad civil fuerte, pujante y plural, con vida propia y aspiraciones económicas y políticas cuya satisfacción es urgente. Pero también hay una gran parte de la sociedad que es indefensa, que está sumida en la inopia y que carece de toda cultura cívico-demócrata.

La democracia mexicana enfrenta severos riesgos. El dilema entre gobernabilidad y participación no se resuelve en forma positiva. En los últimos años se ha podido evidenciar, a nivel estatal y federal, el modo en que los gobiernos terminan por construir un modelo de control que se vuelve antidemocrático. Quizá la participación partidista electoral ha sido agotada. Ahora se requiere vincular a los gobiernos de diferentes niveles e ideologías porque la situación social se ha complejizado gravemente. El sistema político tiene que reconstituir el Estado de Bienestar y atender la pobreza que ha multiplicado sus patologías.

La ciudadanía se ha desvirtuado en función del avance que el mercado tiene sobre la política. Las virtudes públicas, éticas y morales disminuyen frente a un escenario de carestía, confrontación e inseguridad. La presión internacional también incrementa la presión en el sistema político. La política tiene que replantearse.

El rechazo de Donald Trump a México ha sido significativo porque delimita la imagen que se tiene de la democratización mexicana. Trump ha sido un buen censor de las políticas gubernamentales y de los pocos cambios que el país ha tenido pese a las alternancias. La situación entre México y los Estados Unidos debería reorientar la vida de los partidos, el gobierno y los ciudadanos. Es un gran reto el conjunto de críticas para nuestro país y es urgente cambiar no sólo la imagen, sino la realidad de las cosas porque se sabe que son verdaderas.

Las condiciones geográficas de México sí autorizan a Estados Unidos para hacer algo respecto del narcoterrorismo y la corrupción que imperan en el contexto. Ha ocurrido antes y va a pasar aunque no nos agrade. Las democracias tratan pacíficamente a otras democracias, y tienen derecho a defenderse cuando se ven afectadas. Durante los últimos treinta años, el neoliberalismo apostó por una modernización económica y política que permitiera la integración con Estados Unidos. Eso es lo que ha fracasado: el proyecto neoliberal mexicano. De hecho, la situación ha sido grave puesto que el nivel alcanzado por las administraciones posteriores a la alternancia del 2000 es el de Estado Fallido, uno de los protagonistas más peligrosos de la globalización. No se ha podido desmantelar el antiguo sistema de Partido Hegemónico, de hecho el ADN priista se ha extendido a todos los demás institutos políticos y por ello ha sido tan grave el cambio de cultura política. En el ámbito electoral, partidista, gubernamental, sindical, escolar, periodístico, etc., las cosas parecen involucionar. El nuevo régimen asumió la peor crisis de descrédito político y desastre económico, el inmenso poder presidencial no ha tenido la capacidad necesaria para enfrentar la gravedad del problema. Social, económica y políticamente, el régimen democrático gobierna con cinismo y fracaso. Retrasar más la consolidación democrática puede llevarnos a una sobrecarga de demandas que generen la ingobernabilidad, den pauta para la continuidad del antiguo régimen o faciliten una solución violenta.

Se vive en el país uno de los momentos diplomáticos más graves; aún cuando México se ha acostumbrado a los actos de imperialismo. Es importante decir que, precisamente, en los años que caracterizan al neoliberalismo mexicano se optó por una integración mayor con Norteamérica, el proyecto iniciado con Carlos Salinas de Gortari se condensó en una modernización acelerada que buscó conformar una América del Norte homogénea. El resultado ha sido el fracaso. Samuel Huntington es uno de los teóricos que ha señalado el conflicto con la modernidad por parte de México. Desde aquí se tiene que mirar la reacción de Donald Trump y su gobierno hacia nuestro país. La situación va más allá del reaccionarismo y xenofobia, implica que las políticas modernizadoras tecnocráticas neoliberales de los últimos años han sido un fracaso. La sociedad lo tiene que evaluar también y tratar de responder cómo, entonces, se quiere relacionar con occidente y la modernidad.

La transición mexicana siguió la ruta de las reformas electorales. En sentido estricto, la democracia procedimental implica que los actores políticos puedan competir, ganar y salir por el poder bajo ese método. Sin embargo, el hecho de que el PRI no haya desaparecido, implica también la supervivencia del antiguo régimen así como sus usos y costumbres que, de hecho, se han contagiado a los otros institutos. Probablemente la transición mexicana está en la ruta de las transiciones fallidas o democracias imperfectas. Lo importante es considerar los mecanismos para hacer que se eliminen las estrategias del viejo régimen.

El principal obstáculo de la consolidación democrática mexicana radica en los representantes y sobrevivientes del régimen postrevolucionario, quienes, ante la incertidumbre de lo que les podría suceder, utilizan todos los medios a su alcance (que son muchos y muy poderosos) para detener todo cambio político que insinue un daño para ellos.

MORENA, el proyecto político que acumula las principales tendencias electorales, tiene la responsabilidad de encabezar un Acuerdo Nacional para delimitar el futuro político-económico-social del país. Manuel Camacho Solís impulsó siempre un centro democrático que evidenciara la lección de España y Chile: Pactar para lograr un avance serio, consolidado, en la economía y política. Pactar la democracia, generar una riqueza para todos y justicia económica. Un pacto de este tipo en México ya no es posible. El PRIANRD, en sus múltiples expresiones, ha tergiversado la idea para desarrollar la política patrimonialista, cínica y autoritaria de siempre. El propio Camacho Solís desvirtuó la falsedad del Pacto por México que impulsó la actual administración.

El reto de MORENA es construir una propuesta para legitimarse ante la sociedad mexicana y el orbe internacional. Sólo mediante el pacto con los ciudadanos y las democracias desarrolladas se puede presionar a los representantes del viejo régimen para que desistan del autoritarismo.

Los mecanismos a implementar son urgentes si se quiere salvaguardar la soberanía nacional y la democracia. Uno de los rescoldos para la consolidación política es la sociedad civil. Rescatar al ciudadano, incluirlo en las instituciones y las decisiones de gobierno, puede significar el poner en marcha de nuevo el país. Y, a su vez, lograr que otras sociedades nos traten como una democracia. La democracia funciona si los ciudadanos quieren. De ahí que la organización y presión social se vuelvan significativas. No es que las instituciones no funcionen, o que el sistema de partidos tenga más lugares comunes que propuestas, pero el gran transformador es el individuo común. Se debe involucrar a la sociedad en la toma de decisiones, hacerle ver al pueblo que su opinión respecto de los temas de gobernanza es importante, que puede realmente tomar decisiones.

MORENA necesita también el cobijo internacional de algunas instituciones democráticas y países desarrollados. El actuar político de Solidaridad en Polonia puede ser una ruta a seguir. Incluso se puede aceptar la construcción del muro fronterizo, siempre y cuando Estados Unidos se proponga destruir y tratar como terroristas a los políticos, grupos delincuenciales y consorcios corruptos que la tecnocracia modernista conservadora ha fomentado en México.

Urge la Unidad, la Unión, sin fisuras ni divisiones, para dar paso a un país que, sin romper con su historia, tenga el talento indispensable para modernizarse al ritmo de los tiempos, para colocar las bases firmes, sólidas, consistentes, que le permitan entender y resolver los problemas de una ciudadanía que plantea demandas hasta ahora no resueltas y que desea se cancelen las desigualdades y las iniquidades que aún la están lacerando.

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