Estalló el escándalo porque un personaje de la industria del cine fue acusado de agresión sexual por algunas “celebridades”, lo que es inusual en un mundo de excesos y abuso; éstas voces son importantes en un mundo guiado por el culto a lo superfluo. Finalmente salen a la luz los reclamos de aquellas que habían decidido guardar silencio y ponen el ejemplo para que se levanten las voces apagadas por el poder machista y la complicidad cobarde de los que saben pero no hacen nada. Animadas por la denuncia surgen las quejas contra un director de cine que usaba el típico intercambio de sexo a cambio de un papel en la próxima película.
La campaña MeeToo, YoTambién anima a las mujeres a denunciar la violencia de género y se extiende en el mundo, debe ayudar a elevar el conocimiento del grado de penetración social de la violencia contra la mujer y ampliar la conciencia de que se debe actuar sin demora y con energía para frenarla. Basta de gobiernos sordos ante la demanda de que ninguna más desaparezca, sea violada o asesinada.
Llegó el momento de obligar a los gobiernos a atender los distintos puntos de esta violencia: trabajar en la prevención, asegurar el castigo apropiado para los agresores y atención efectiva para las víctimas. En todos éstos temas hay rezago y hasta tolerancia para los depredadores.
El factor central debe ser suspender el uso de la mujer como objeto. Estereotipación de ciertos empleos y profesiones como de mujeres: edecanes muy utilizadas en el congreso; esto se acompaña de bloqueo para acceder a otros empleos o profesiones dónde tendrán mejor desempeño profesional y económico.
En México domina la victimización de las víctimas. En los años más acuciosos del asesinato de mujeres en Ciudad Juárez, el gobierno panista decidió no ubicar el tema en un lugar central de su agenda de gobierno e insistieron en que la culpa era de las mujeres porque se vestían de forma provocadora. No asumieron que el gobierno debe proteger a todas las personas vayan a donde vayan y se vistan como prefieran. Tal vez estaban expresando sus perversiones.
En el senado se frenó para descafeinar la ley de trata porque el presidente de la comisión respectiva tenía negocios de table dance dónde se explota mujeres que muchas veces son forzadas a “trabajar”.
Mientras México es uno de los países más condenados en el mundo por la violencia contra la mujer, Estados como el de México alcanzan números escalofriantes de feminicidos, pero los gobiernos se niegan a emitir una alerta de género, lo que es una declaración política que posiblemente no tenga mucho efecto pero demuestra preocupación.
Las historias de abuso abundan y con ellas la correspondiente abulia y tolerancia institucional. Un alto funcionario de una universidad pública es conocido por sus acosos sexuales. Como director de su instituto le regalaba pantaletas a las secretarias y a una funcionaria la forzó a salir de la institución cuándo le dijo que se tendría que acostar con él. En lugar de consignarlo a las autoridades lo ascendieron a secretario general. Por supuesto que esa universidad y las demás, no han movido un dedo para frenar el acoso en los salones de clase, o el intercambio de calificaciones por sexo que son comunes.
Es conocido que en la industria del entretenimiento es común el intercambio de sexo por papeles para actuar, lo que es tolerado socialmente porque se considera parte del glamour.
Encontramos múltiples estudios sobre lo grave de la violación pero se asume que es una cuestión individual, tanto del atacante como de la víctima. Las psicólogas sostienen que se trata del deseo de los hombres para mostrar su poder, lo que es enfermizo, se requiere un serio esfuerzo educativo para corregir esa desviación.
No reconocer la condición sistémica del problema explica la inacción gubernamental y la falta de instancias de atención a las víctimas y de prevención. Es una imbecilidad que el gobierno reparta silbatos o dé recomendaciones de vomitar sobre los atacantes y que crean que con eso han resuelto el problema o que hasta ahí llega su responsabilidad.
Culturalmente hay una cierta tolerancia a la violencia en contra de la mujer, la que incluye golpes, sumisión, tortura y abuso sexual. Esto parte de las concepciones religiosas que la consideran inferior y suplementaria al hombre y la construcción cultural que las somete a la voluntad masculina por perversa que sea.
Es mucho el camino por recorrer para corregir este mal, hay que empezar YA.