Última Instancia
El gobierno de Peña Nieto a principios de su administración hizo gran alarde del logro de los famosos cambios estructurales. La izquierda y el PAN criticaron grandemente, la primera, la reforma energética, y el segundo, la reforma fiscal. De hecho, la racha de reformas estructurales terminó con esas desavenencias. Sin embargo, podemos decir que muchas de las reformas han rendido frutos, como la incomprendida reforma energética, misma que conjugada con la mal lograda reforma fiscal, ha tenido como resultado el alza de los energéticos, que sufren de una carga tributaria de alrededor del 30%.
También tenemos que considerar la reforma financiera que ha rendido frutos en el crecimiento del crédito en México, la reforma en telecomunicaciones, que, aunque sus leyes secundarias atentan en contra de la reforma constitucional y no han eliminado totalmente los monopolios y sus prácticas, han expandido la cobertura y bajado exponencialmente los precios en el país. La reforma en competencia económica ha dado un paso hacia adelante en el combate a los monopolios, aunque la reforma ha quedado corta en su implementación y alcance. La reforma laboral ha dado frutos de crear una cantidad inusitada de empleos al bajar el grado de riesgo en su contratación.
También la reforma educativa tan politizada ha venido quebrando poco a poco las mafias del magisterio y encausando el sistema dominado por los sindicatos a un sistema de méritos en el desempeño del profesorado.
Por último, las reformas en transparencia y combate a la corrupción, corrigiendo a sus pendientes de establecer la Fiscalía Anticorrupción, de nombrar el Auditor de Superior de la Federación, a los magistrados de la Sala Anticorrupción, considerando que los estados de la federación aun no completan el proceso de legislar este sistema en sus respectivos ámbitos, y otros estados lo han realizado violando los parámetros de la Ley General del Sistema Nacional Anticorrupción o la constitución.
No obstante, estas reformas estructurales, México tiene niveles muy bajos de salarios y la desigualdad es de las más grandes del mundo. Mi opinión, es que las causas principales de esto se deben a la falta de una profunda reforma de Estado, que, si la trasladamos a las reformas estructurales realizadas en el régimen de Peña Nieto, con una debida implementación y corrección en sus desviaciones legales y constitucionales, podemos generar la dinámica necesaria para subir los salarios y abatir las desigualdades.
¿A qué me refiero con una reforma de Estado? Considero que las empresas son las únicas que generan riqueza y por lo tanto, son las que crean empleos productivos que desarrollan el circulo virtuoso que México necesita para su crecimiento. Las empresas, en primer lugar, deben de subsistir y deben de crecer y adaptarse al mundo de los avances tecnológicos; para ello, es necesario que sean competitivas ante las empresas que se mueven en su mismo mercado.
Para que una empresa subsista ante estas circunstancias, es necesario que sus precios sean adecuados al mercado en donde desarrollan sus actividades. Para que esto suceda, debe haber un estricto control y seguimiento en sus costos de producción y operación. En México, fuera del costo de los salarios, los demás costos son muy altos porque están impactados por las ineficiencias que tenemos como país. Mi opinión es que la inmensa mayoría de estas ineficiencias se deben a problemas estructurales de Estado, como la gran cantidad de corrupción que tenemos, el tamaño enorme de nuestro gobierno, que tiene niveles de burocracia superiores a otros países, que genera una tramitología complicadísima y alimenta a la corrupción.
Asimismo, lo anterior ocasiona que tengamos muy altos impuestos y un gasto corriente del gobierno enorme, que tiene que ser sufragado con impuestos y con deuda que a su vez se paga con impuestos a lo largo del tiempo.
En adición, tenemos en México severas barreras de entrada para la apertura de nuevos negocios, así como una serie de monopolios en áreas claves de nuestra economía, como los del cemento, energéticos que siguen sujetos al yugo de las empresas productivas del Estado, que son PEMEX y CFE. Oligopolios como los de las telecomunicaciones, el del transporte, los bancos, y una serie de prácticas monopólicas como los de la intermediación en la distribución de medicamentes y de productos agrícola. También hay privilegios sindicales, como los que tiene PEMEX y los sindicatos de transporte.
Todo lo anterior, ocasiona que el costo de hacer negocio en México sea muy alto, en comparación con el de nuestros competidores, por lo que la única forma de mantenernos en el mercado es castigando los sueldos. Es por ello, que lo que tenemos que hacer para salir de este cirulo vicioso, es realizar las reformas de Estado necesarias para abatir estos costos y entrar en la senda de la prosperidad.