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Venenos en el agua y control en las preguntas

Diario de un reportero

Lo que son las cosas: en perfecto uso de mis facultades, tomo una copa de vino en la tarde tibia, sentado en unas piedras a la orilla del lago, y de cuando en cuando miro el agua clara mientras leo que casi todos los ríos de Veracruz están contaminados. Carajo.

Uno busca y encuentra. Desde años se sabe que la industria – y la gente en general – ensucia y envenena los ríos y otros cuerpos de agua sin que nadie haga nada. Dirán que no, que se han aplicado multas a las empresas que contaminan y que hay otras sanciones. Pero ni las multas ni las sanciones han servido, porque los ríos siguen sucios.

Las leyes y las reglas y las autoridades responsables no sirven. Los contaminadores se inconforman con las multas (de noventa y tantos mil pesos en promedio) y los casos terminan en cajones anónimos. De vez en cuando alguien paga y sigue envenenando el agua. Todos siguen echando porquerías en los ríos.

Hace ocho años, por ejemplo, la fundación Salvemos el agua declaró que los ríos Blanco y Coatzacoalcos eran los más contaminados del país. Pero no son los únicos, ni mucho menos.

Nueve de cada diez ríos de Veracruz están contaminados, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Nueve de cada diez. Y un ejemplo particularmente escandaloso es el río Atoyac, que Puebla y Tlaxcala comparten con los municipios veracruzanos de Amatlán de los Reyes, Atoyac, Yanga, Cuitláhuac, Carrillo Puerto, Cotaxtla, Medellín y Boca del Río.

Y hace siete años alguien más dijo lo mismo y agregó otros ríos a la lista, y hace seis años y hace cinco años y hace cuatro años y hace tres años y hace dos años, y el año pasado, y esta semana. Funcionarios, científicos, estudiantes, activistas, periodistas, políticos. Todo sigue igual.

Según el doctor Margarito Páez Rodríguez, de la facultad de Biología de la Universidad Veracruzana, los dieciocho ríos mayores del estado están contaminados con desechos de las industrias petroquímica, textilera, alimentaria, papelera, refresquera, cítrica, lechera, curtidora, alimentaria, química, farmacéutica, cervecera, azucarera y cafetalera.

Y hay que sumar los escurrimientos de los basureros, los animales muertos, el vidrio y los plásticos, los detergentes, los fertilizantes, los gases y las aguas negras municipales que también van a los ríos, que van a dar a la mar...

Nadie asume la responsabilidad. Nadie toma la iniciativa. Catorce fuentes contaminan el río Tecolutla. Setenta contaminan el río Nautla. Veintisiete el río Actopan. Sesenta y tres el río de La Antigua. Cincuenta y tres el río Coatzacoalcos. Y cuarenta y cuatro el río Blanco, que llega hasta el Papaloapan.

Miro la luz del lago. Lo verdaderamente triste es que un día faltará el agua. No porque no haya sino porque la que va a haber estará llena de vainas perjudiciales. Lo más probable es que entonces alguien, en algún podio, ante un grupo o ante una multitud, frente a las cámaras, dirá que es hora de buscar soluciones. Y todo será otra vez como ahora... Se acabó el vino y es hora de irse. Es miércoles.

Mensaje a una consejera

Doña Tania Celina Vázquez Muñoz, consejera electoral y presidenta de la Comisión de Debates del Organismo Público Local Electoral:

Leí sus declaraciones sobre los debates de los candidatos a gobernador, y me enteré de que teme usted que el sistema se derrumbe y la democracia sufra un tropiezo – o algo así – si se cambia el formato de los encuentros.

Al parecer usted está convencida de que "sería muy complicado poner en juego algo tan delicado como es la legalidad y el espacio de la libertad" de los candidatos para decir lo que tienen que decir. Pero las elecciones no son sobre los candidatos sino sobre los electores. Los debates no son para los candidatos sino para los ciudadanos.

Leí sus palabras dos o tres veces para no equivocarme. Dice usted que el Ople no puede "tomar el riesgo de invitar a un periodista, o a un moderador, que eventualmente pudiera hacer preguntas de cualquier índole a los candidatos, o que nosotros no tuviéramos el control, o que lamentablemente se le diera otra lectura, o que los candidatos pensaran que nosotros estamos dirigiendo esa pregunta al moderador". Zas.

Distraigo su atención para explicarle que los periodistas – buenos y malos – cuentan la historia de los días y su oficio es importante para una sociedad informada. El periodista satisface la necesidad (pública o propia) de saber, y tiene el derecho de preguntar y la obligación de informar. Otros actores sociales tienen otras funciones.

Me preocupa que usted piense que en Veracruz no hay un par de periodistas capaces de conducir un debate con seriedad, de manera imparcial, irreprochables. Me apena que esa sea su opinión sobre quienes ejercemos este oficio. Imagínese que uno pensara que todos los funcionarios públicos son corruptos o lo serán...

Pero sé que este miércoles (escribo estas líneas al mediodía de Xalapa y la tarde de donde vivo) la comisión que usted preside se va a reunir para aprobar la convocatoria de los debates.

Espero que sus colegas (que hace un mes aprobaron el formato de los encuentros y pueden cambiarlo ahora si así les parece) se atrevan a pensar lo impensable y traten de que la discusión tenga que ver con la realidad que vive Veracruz y las ideas de los candidatos, en una conversación entre ellos con los veracruzanos como testigos.

Un debate no es una guerra en la que haya derrotados o ganadores, sino un encuentro en el que se intercambian ideas y se presentan proyectos, al menos en teoría. Si el formato es rígido, la cosa puede terminar convertida en varios monólogos en el mejor de los casos.

Aunque quién sabe. Le aclaro que soy periodista y no soy partidario de ningún candidato, y que este mensaje no lo dirigió ni lo patrocina nadie. Respetuosamente, etcétera.

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