Los gobiernos neoliberales han criminalizado la protesta social, bajo sus gobiernos han encarcelado a líderes sociales. Tomar carreteras, puentes o lo que sea se considera un delito y se persigue con todo rigor policíaco. Por eso Mireles, Nestora y muchos líderes derecho humanistas, ambientalistas e indígenas han pasado largas temporadas en prisión. Casi todos terminan saliendo por presión nacional e internacional, con lo que el gobierno logra distorsionar las luchas, porque el tema principal se transforma en luchar por la libertad de los líderes.
Nestora lleva dos años en libertad porque los jueces no encontraron pruebas para los cargos y de repente. Y ahora que Meade encuentra que no supera el 17% de las simpatías acude a la calumnia, que como dice el proverbio, algo quedará. Se lanza contra Nestora Salgado pensando que de esa manera afecta a López Obrador, sin importarle arruinar la reputación y dignidad de la mujer agredida por la ambición política.
Y es que las campañas políticas se han convertido en una especie de lucha libre dónde domina la porquería y al parecer los rudos siempre se imponen sobre los técnicos.
No basta con que este tipo de campaña genere crispación, sino que hace daños duraderos que la sociedad resentirá mucho tiempo después cuando los políticos ya se hayan ido.
La guerra sucia demuestra la inmadurez de los políticos y la desesperación ante su incapacidad para convencer a la sociedad. Es por eso que en lugar de ver una propuesta de nación que construya el futuro, vemos la acumulación de porquería que arruina la unidad nacional.