¿Qué se esconde en la trayectoria histórica de la lucha anticomunista en América Latina? Si bien es cierto que el pasado de Manuel Bartlett es como es, los señalamientos sobre la inclusión de este personaje en el próximo gobierno de la república mueven a reflexionar sobre el uso y temor a las estrategias geopolíticas correspondientes a grupos que se beneficiaron del contexto de la guerra fría y que no quieren perder sus privilegios. A falta de inteligencia, pero sobre todo de legitimidad, la derecha mexicana insiste en mantener la falacia y astucia conspirativa como única estrategia para conseguir el poder.
Bartlett es un bien pasivo de los grupos de seguridad mexicanos y norteamericanos. Quizá por eso la derecha le teme tanto. Quizá por eso el gobierno estadounidense nunca actuará contra él como lo supone Carlos Loret de Mola. Los eventos en que se desempeñó este personaje, siempre estuvieron orientados por el consenso fascista que vinculó a la Santa Sede y a los Estados Unidos de Norteamérica en contra de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Una de sus aristas se llama Intermarium.
Durante la segunda mitad del siglo XX, el temor a la conspiración judeo masónica comunista hizo que los norteamericanos concedieran a los nazis, católicos integrales intransigentes, empresarios y conservadores; infiltrar todos los rincones latinoamericanos. Las acciones para mantener Iberoamérica dentro del "mundo libre" fueron diversas. Desde el impulso de programas académicos de ciencia política, prensa liberal, universidades católicas, hasta la formación de guardias blancas, control de la administración pública, formación de una clase empresarial, infiltración de la seguridad nacional y, a ultimas fechas, la gobernabilidad de la delincuencia organizada.
El nacionalismo revolucionario en México constituyó un mito, un planteamiento impracticable por el contexto geopolítico posterior a la Segunda Guerra Mundial. El fraude patriótico se llamó Intermarium y sirvió para que las diferentes derechas se sucedieran en el poder político y económico. La derecha mexicana no puede fingirse sorprendida por el comportamiento de los "hombres del sistema", con quienes convivieron e instruyeron. El miedo a Manuel Bartlett no es otra cosa que el temor a un conjunto de acciones que crearon y desarrollaron en forma común. No pueden exculparse, históricamente son responsables en forma mayor.
La globalización neoliberal constituyó una reactivación de los intereses comunes entre las derechas latinoamericanas y anglosajonas; empero, a la hora del balance, Norteamérica mantiene pérdidas y errores como los de la URSS en relación con sus satélites políticos. Estados Unidos ha sufrido un desgaste total por la falta de correspondencia y autonomía de las otras naciones emergentes liberales y capitalistas. Los señalamientos de Donald Trump a la clase política y empresarial de México son más que ciertos, es por ello que la geopolítica norteamericana está modificándose y emancipándose de consensos fascistas como el Intermarium. México no se transformó en la potencia media liberal que se relaciona adecuadamente en forma social y económica con el vecino del norte, tal y como lo había prometido la derecha cuando se asimiló a las estrategias anticomunistas de la CIA y el Intermarium. Raymundo RivaPalacio se pregunta si no hubiera sido más acertado, en esta estrategia, que Manuel Bartlett hubiera sido presidente de México en lugar de Carlos Salinas de Gortari.
La Guerra Fría se terminó y Rusia está más cerca de un gobierno de la Centuria Negra que Bolchevique. Donald Trump y Vladimir Putin coinciden en intereses para proteger sus respectivas naciones. En el caso de Estados Unidos se genera una limpieza de los aparatos de inteligencia así como una desconexión de los "gorrones" que se aprovecharon, hasta el exceso, de un miedo a Rusia que siempre fue falso. La cruzada contra la corrupción en México debe pasar por una estrategia semejante: emancipar muchos espacios del país que la derecha domina, por ejemplo, la educación superior.
Donald Trump construye políticas contra los mexicanos inmigrantes en Norteamérica para desquitarse de los abusos que los mexicanos poderosos y corruptos cometen; sin embargo, en la situación de personajes como Manuel Bartlett deben poner atención el gobierno estadounidense y el nuevo régimen mexicano. La derecha mexicana sólo sabe crear mitos demenciales que en nada contribuyen al desarrollo de un país, sus dirigentes son expertos conspiracionistas donde se encuentran los abusivos, racistas, clericales y gachupines de siempre. El nuevo gobierno de México no recompondrá las relaciones con Estados Unidos mientras el sector empresarial se niegue a pagar su responsabilidad histórica. La corrupción mexicana está profundamente enraizada en la iniciativa privada, hombres como Manuel Bartlett lo saben y eso explica el profundo temor que le tienen.