Surgió un conflicto estudiantil en la UNAM que tardó en resolverse, y cuándo estaba en vías de solución, se armó una manifestación que fue atacada por porros. Según el gobierno de la Ciudad de México los provocadores llegaron del Estado de México. Conocer el origen del conflicto es importante, pero más es saber cuál es la mano que mece la cuna.
México tiene eficiencia selectiva. Los burócratas de la UNAM despreciaron a los alumnos sin darse cuenta que el país despertó. Cuándo las cosas se quieren resolver se hace rápidamente y con eficacia, pero las soluciones suceden poco y selectivamente y dejan a muchos descontentos. Hoy la UNAM ve crecido un conflicto que era menor.
Cuándo se quiere desquiciar la vida social, hay quién puede echar mano de muchos recursos, saben siempre que hay ganancias en el río revuelto.
El conflicto puede ser parte de un plan para contender por la rectoría, o para dejarle turbulencias al nuevo gobierno. Al parecer la administración de Peña Nieto trata de irse dejando un terreno espinoso para el nuevo gobierno. Han creado crisis institucionales en varios Estados, el último en Hidalgo dónde el PRI tiene la gubernatura pero perdió todo el apoyo en las elecciones.
Están dejando morir a las universidades, al parecer nueve no podrán cumplir compromisos salariales para diciembre y amagan con paros, el inminente es en Morelos.
Se manipuló al INE para golpear a Morena, aunque el Tribunal Federal Electoral enmendó la plana.
Muy pocos en el país consideran que Peña sigue gobernando, más bien, ya hoy le piden cuentas a AMLO y por eso mismo se considera que las provocaciones se dirigen contra el nuevo gobierno.
El rector Graue tiene una oportunidad de oro para liberar el auditorio Justo Sierra y normalizar la vida universitaria en esa área, y de paso limpiar la UNAM de narcomenudeo y criminales que se disfrazan de porros para hostigar a la comunidad universitaria. Pero su reto mayor, es poner las bases para modernizar a la administración universitaria para que deje de ser coto faccioso dónde las tribus se atacan agrediendo al mundo académico que requiere de paz y tranquilidad.
50 años después hay quién anhela repetir la dosis de barbarie del 68 y trabajan para crear las condiciones. El país no lo puede permitir.