Diario de un reportero
Palabras más, palabras menos (corregí la redacción y otros pecados menores), en las redes sociales circula un textículo que dice:
Durante décadas han estado robando agua del tinaco en el edificio donde vives, así que cierran las tuberías para detectar las fugas, impedir los robos e identificar a los ladrones. Habría que ser muy tonto para molestarse con el fontanero que trabaja para que ahorres dinero, en vez de denunciar y castigar a quienes te han estado robando durante tanto tiempo.
Cualquiera – o casi cualquiera – puede entender el sentido de la metáfora en tiempos de desabasto de gasolinas, sobre todo ahora que comenzaron a circular mensajes advirtiendo que el miércoles se acabaría el combustible en todo el estado, "según fuentes confiables". Las mismas fuentes aseguraban que en Xalapa había cuando menos cuatro gasolineras donde se había agotado la gasolina Magna.
Quién sabe. Las redes están llenas de expertos en comercialización y distribución de combustibles y de enterados de los negocios que se hacían desde hace varios sexenios con el petróleo que le robaban a Pemex. Muchos de esos expertos reprueban que el gobierno de la República haya decidido hacer algo para reducir y eventualmente eliminar el robo de combustibles.
Dicen que no se organizó bien, que no hubo planeación, que no se tomaron en cuenta muchas cosas, que se afecta a muchos, que etcétera. Tal vez tengan razón. Pero anunciar las medidas antes de tomarlas habría puesto sobre aviso a los delincuentes que durante mucho tiempo se enriquecieron sin que nadie los tocara.
Anunciar que el ejército intervendría refinerías y centros de control de ductos habría puesto sobre aviso a los ladrones y sus cómplices. Eso pasa cuando las autoridades anuncian que pondrán retenes en tramos carreteros de tal a cual hora, o que una brigada de inspectores revisará las condiciones sanitarias de restaurantes o los pesos y las medidas de los comercios.
Hay quienes señalan que el desabasto se produce principalmente en estados donde el robo de gasolinas es mayor, y que eso significa que muchas gasolineras pedían menos combustible a Pemex y se completaban con huachicol. Al parecer, ya se han retirado las concesiones a más de cien gasolineras, y faltan más.
Pero mientras los nuevos expertos debaten las ventajas y los errores del operativo, no hay que olvidar que el robo de combustibles no era solamente cosa de los huachicoleros y ordeñadores de gasolina. Se sabe que cuando menos tres funcionarios de Pemex están bajo investigación (faltan otros trabajdores de la empresa), y el propio presidente López Obrador mencionó el nombre de un militar que – irónicamente – estuvo a cargo de la seguridad de los ductos...
Lo importante ahora es que, mientras se normaliza el abasto de gasolina en el país, se investigue a fondo (algo que no se hizo en los gobiernos que han sido en los últimos dieciocho años) y se procese y se castigue a los responsables de este grave delito contra la Nación.
La letra de la ley se acata y su espíritu se aplica, y eso es lo que tiene que hacer este joven gobierno para demostrar que va en serio. No basta que los ladrones regresen lo robado, como pasó en el bienio reciente con algunos cómplices de Javier Duarte de Ochoa. Para que las cosas sean diferentes hay que hacer todo de otro modo, y este es un buen momento porque todavía tenemos el edificio y el tinaco.
Y tenemos por suerte al dirigente del sindicato de Pemex, Carlos Romero Deschamps, cuya fortuna dejó de ser explicable desde hace tiempo. Hasta él está de acuerdo con el operativo contra el huachicol. Lo que ve el que vive...
Benditos treinta millones de la UPAV
Lo mismo en Veracruz. Baste el ejemplo reciente de los fondos de la Universidad Popular Autónoma Veracruzana, que al parecer maneja la asociación civil "Somos para bendecir". Se trata de treinta millones de pesos mensuales (o trescientos sesenta anuales) de los que nadie rinde cuentas.
Gabriel Alejandro Williams Mendoza, quien fue aspirante a la Rectoría de la UPAV, pidió que la asociación civil presente su historial, dé a conocer los nombres y los perfiles de sus integrantes, y transparente sus activos para que no se ponga en duda el buen nombre de la universidad. Sería un buen comienzo.
Después habría que indagar quién designó a "Somos para bendecir" como administrador de los ingresos de la UPAV, y por qué lo hizo. Y cuándo. Y cómo.