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Se vale atacar

En la democracia se vale apoyar, criticar, atacar y prácticamente todo aquello que no roce los comportamientos ilegales, y es aquí justamente dónde está el problema.

Gramsci desarrolló la categoría de “intelectual orgánico” para señalar a aquellos “intelectuales” que se encuentran al servicio del Estado. Con el tiempo la categoría se ha ido modificando para incluir a aquellos que se encuentran al servicio de intereses específicos, por ejemplo de la oligarquía, lo cuál por supuesto que se vale en la democracia.

Actuar en la sombra alimentando y conduciendo guerras sucias puede rozar el terreno de lo ilegal, pero ciertamente se ubica en lo poco ético y ciertamente fuera de lo democrático; lo que de plano no se vale, es que al ser descubierto, denunciado y criticado, el “intelectual orgánico” se victimice y se diga perseguido por el gobierno.

Este es el resumen del affaire Krauze quién durante la campaña electoral se dedicó a “buliar” a un candidato y dentro de su soberbia pensar que lograría descarrilar una campaña electoral, en el momento de ser criticado, en ocasiones con tonos muy fuertes, se asuma como víctima y trate de revertir la crítica en contra, justamente contra la víctima de sus acciones poco éticas.

Krauze trata de presentarse como paladín de la democracia y de las ideas y al batir de los billetes se monta en una acción que aniquila las ideas porque promueve noticias falsas y la destrucción de la imagen de un candidato.

Más que amenazar con demandas legales que no presenta, debe explicarle a la sociedad sus acciones y disculparse, aunque dentro de su arrogancia éstas acciones no existen.

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