Todo esperábamos menos una guerra comercial con Estados Unidos, y como todas las guerras, esta hay que enfrentarla buscando aliados.
La mayor cantidad del comercio entre México y Estados Unidos se realiza entre firmas que se consolidó a partir del Tratado de Libre Comercio, así que el mayor golpe se lo llevarán esas empresas, que tiene la opción de absorber el incremento o pasárselo a sus consumidores.
Trump espera/sueña que esas empresas se regresen a Estados Unidos dónde deberán pagar salarios superiores a 10 dólares la hora, contra uno que pagan en México. Aunque la decisión de reubicarse es larga, es posible que si se van de México lo hagan a otros países de salario bajo.
México enfrentaría un millón de desempleados, de los que muchos buscarían irse a Estados Unidos.
Una oportunidad evidente es seguir con el tribalismo trumpiano y voltear al fortalecimiento del mercado interno, imponiendo altas tarifas a productos estadounidenses. La oligarquía podría ayudar invirtiendo en el país, con lo que se haría más rica.
Voltear hacia países como China, Corea, Japón, Viet Nam puede ayudar a compensar la perdida industrial y hacia países de América Latina para importar alimentos. Claro que si se invierte en el campo, la balanza comercial agrícola puede compensarse en un año.
Trump está enterrando al neoliberalismo y eso le conviene a México. A ver si surge la solidaridad nacional aunque sea interesada.