Una de las grandes reformas que debe seguir un gobierno que quiere contrastarse con el pasado opaco y corrupto, es una apertura casi ilimitada de información. El único límite debe ser la seguridad nacional y la protección de aquellos cuya integridad puede peligrar debido a su trabajo, por ejemplo, la identidad de quienes trabajan en contrainteligencia para desarmar la gran corrupción y el crimen debe quedar protegida por décadas, ya que su vida peligra frente al embate de los intereses que afectan.
Ante este principio uno no puede menos que sorprenderse que una dependencia cultural del gobierno decida reservar información, o que lo mismo haga un área de obras públicas. Ocultar información es mala señal y sugiere que hay cosas que les conviene ocultar.
Que el INBAL decida reservar información por cinco años sobre el evento de la Luz del Mundo en Bellas Artes, muestra un intento de impunidad, porque al término del plazo ya no estarán en el gobierno, esto es políticamente una aberración.
Fuentes del gobierno nos repiten hasta la saciedad que lo que hacen no es ilegal, entonces ¿por qué ocultan información?
Tal vez lo que subyace en ésta discusión es que más allá de lo legal se encuentra lo ético y lo político, y muchas veces pueden chocar. El antídoto para evitar malos entendidos y cargas políticas indeseadas es la transparencia total, puede doler pero a la postre genera salud política.