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80 años

Se cumplen 8 décadas del inicio de la aventura enfermiza de Alemania que arrancó la Segunda Guerra Mundial que causó entre 55 y 100 millones de muertos y la ruina económica de una buena parte del mundo.

La locura de Hitler despojó al mundo de una parte importante del pensamiento libre: científicos, humanistas, artistas y simplemente gente de bien que solamente le interesaba crear un espacio de vida adecuado para ellos y sus familias, justo lo que requiere el mundo para vivir en armonía.

Pero si los estragos creados en la guerra no fueran suficientes, el veneno de odio que inoculó en el mundo sigue causando estragos. Hay sociedades que honran a los asesinos nazis, hay esfuerzos por negar el holocausto y la barbarie, hay grupos de odio supremacistas blancos en todas partes y mucha gente que cree que ser nazi es un gran mérito y ansían poder salir a la calle a exterminar gente.

Hitler llevó a cabo un exterminio industrial arrastrando consigo a los proclives a odiar y matar, hoy sus seguidores van sin dudar a matar a mansalva a los que en su narrativa de odio son distintos.

Los nazis aniquilaron la noción de que todos somos iguales, que nuestras diferencias nos enriquecen, y sus seguidores creen que están justificados para asesinar a los que se ven o piensan distinto.

No es solamente la cantidad de muertos, que por si mismo es trágico, es el intento de exterminar a la diferencia, a la diversidad, a la libertad de pensar y de ser. Es el esfuerzo por aniquilar a la democracia.

El totalitarismo de Hitler tiene muchos seguidores, desde el presidente polaco hasta el de Estados Unidos que se siente elegido, y tras ellos marchan las hordas de la destrucción.

NUNCA JAMÁS.

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