Año 27 No. 1,213 Semana del 26 de abril al 2 de mayo de 2024
EconomÃa de pandemia
La pandemia provoca un fuerte impacto negativo en la economÃa que se acumula a diario. Aún no se expresa en toda su magnitud. Los indicadores de la actividad económica, empleo, consumo, ahorro e inversión, asà lo muestran. Son imperfectos, en efecto, pero cuando menos permiten hacer una comparación, sobre todo en un lapso corto de tiempo, con efectos grandes y repentinos.
Las cifras prepandemia, que eran, ciertamente, muy apocadas, son ya historia antigua. Estamos en otro lugar y hay que percatarse explÃcitamente de los hechos y asumir las consecuencias.
Esta sociedad se va a resentir de modo muy significativo. La crisis, eventualmente, va a modificar la composición de la producción y el empleo, reducirá el monto de las remuneraciones de gran parte de la población e incidirá de modo adverso en la distribución del ingreso y la riqueza.
El efecto será decisivo para una parte muy vulnerable de la sociedad, donde las actividades que sustentan la subsistencia de millones de familias son precarias y la capacidad de resistencia exigua. La pobreza va a crecer, pues no hay modelo de repartición selectiva de dinero público que alcance para sostenerlo por mucho tiempo.
La resiliencia de millones de personas va a ser definitoria, y tal cosa no puede dejarse a un ajuste natural que será costosÃsimo en todos los sentidos. De eso se trata un orden social, la protección, la injerencia del gobierno en una situación de crisis. Todos los ciudadanos cuentan y sus necesidades, obviamente, no son las mismas; tampoco pueden definirse las acciones por una selección a partir de criterios explÃcitos de exclusión.
En esa situación de precariedad está un segmento muy amplio de personas con actividad empresarial y autoempleadas –el paÃs está lleno de ellas– y subsisten con gran esfuerzo, sin capacidad real de acumular recursos. Ésta no es economÃa de escritorio, de referencias meramente estadÃsticas, de criterios predeterminados, de prejuicios, de espejismos; hay que salir a ver y hablar, escuchando a los otros y no pontificando, y asà entender.
El conjunto de las empresas de tamaño micro, pequeñas y medianas (mipymes) es la columna vertebral del aparato productivo, de la misma cohesión social que está muy fracturada. Muchas veces es poco visto y usualmente mal valorado, es poco sexi. No es materia de grandes transacciones financieras, la incorporación de tecnologÃa es escasa, no atrae reportajes ni es lugar para fotografiarse. Pero de las mipymes vive la mayorÃa de la gente. Hay negocios familiares con poco respaldo financiero y viven prácticamente al dÃa.
Según las cifras censales, el número de unidades económicas en el paÃs rebasaba 5 millones; sólo en el sector del comercio superaban 2 millones. Las microempresas son las que tienen hasta 10 trabajadores y generan alrededor de 40 por ciento del empleo, que junto con las pequeñas y medianas crean más de 70 por ciento del total. Dan cuenta de más de la mitad del producto que se genera anualmente. Cuatro quintas partes de todas las empresas son mipymes.
En ese sector va a pegar la crisis económica con especial rigor. En este asunto hay que considerar, además y sin falta, la mirÃada de actividades informales que literalmente cubren todo el territorio del paÃs. Si en materia de empleo formal la sangrÃa está siendo enorme y la desaparición de las empresas que cotizan ante el Instituto Mexicano del Seguro Social muy grande, la población que se acumulará en la informalidad crecerá rápidamente y sus consecuencias no serán inocuas.