OBSERVADOR CIUDADANO
Contrario a los pronósticos de prácticamente todos, desde analistas bisoños hasta calificados académicos y desde sus simpatizantes más asiduos hasta sus críticos más amargos, respecto a que la visita que la semana anterior hiciera el presidente Andrés Manuel López Obrador a su homólogo estadounidense Donald Trump, constituiría un costoso error para el país y la administración federal en materia diplomática, los resultados sugieren que la misma fue un éxito contundente para el mandatario mexicano, dejando una sensación de satisfacción generalizada ante la opinión pública nacional.
Sin duda la decisión del mandatario mexicano de atender a la invitación del presidente estadounidense constituye una muestra más de su aguda sensibilidad política.
Y es que el intercambio entre los dos jefes de Estado y sus acompañantes, según la información que ha trascendido y se ha dado a conocer en los medios, se caracterizó por un respeto mutuo y hacia las naciones que cada uno representa. La agenda fue cuidadosamente confeccionada y cada intervención del anfitrión y del presidente mexicano fueron precisas y cordiales, ponderando las expectativas de que la entrada en vigor de la segunda etapa del tratado comercial de Norte América, ahora denominado Tratado México-Estados Unidos-Canadá, T-MEC, generará grandes beneficios para las partes que lo suscribieron.
En el acto de firma del tratado comercial, la intervención del presidente estadounidense duró 8 minutos, mientras que el de su homólogo mexicano 13 minutos. El discurso que pronunció López Obrador resulta ya memorable a partir de sus pronunciamientos formulados en materia de comercio entre las naciones signantes, y con el resto del mundo. Pero sobre todo por haber tocado temas sobre la historia de las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos, así como otros asuntos importantes en los momentos actuales.
Las menciones del presidente mexicano en el sentido de que Trump ha sido respetuoso de los asuntos internos y las decisiones soberanas de nuestro país en temas que tienen impacto en la sociedad estadounidense, veladamente constituyeron una invitación a que este mantenga una actitud cautelosa y constructiva para fortalecer la relación bilateral entre ambas naciones.
Se puede afirmar también que, aunque el discurso de Lopez Obrador fue cuidadoso en las formas, esbozó temas espinosos en las relaciones históricas y actuales como, la expropiación petrolera, la importante presencia de la población de origen mexicano, y la migración mexicana hacia Estados Unidos, y la interdependencia entre las naciones norteamericanas para fortalecer la situación económica de cada cual.
Los resultados de la visita fueron bien recibidos por la mayor parte de la opinión pública mexicana, así como por los estadounidenses interesados en las relaciones bilaterales entre los dos países; tal vez con la excepción del candidato demócrata a la Presidencia, Joe Biden, y sus correligionarios, en los que pudo haber existido cierto grado de molestia, por considerar que la visita de López Obrador en plena campaña por la presidencia estadounidense, resultaría inoportuna por los tiempos en que se dio.
Esperemos que, a pesar de lo anterior, la visita sea el preámbulo de una relación más fructífera entre los dos países en los ámbitos de: cooperación y apoyo en lo económico y lo migratorio, de respeto a los derechos humanos, y en el control del flujo de armas y enervantes entre ambos lados de la frontera.
Sería deseable, por otra parte, que las formas cuidadosas que guardó el presidente mexicano frente a su homólogo y anfitriones estadounidenses constituyan también la inauguración de un nuevo estilo personal para interactuar con los ciudadanos mexicanos; no solo con los pobres y sus simpatizantes, sino con todas las clases sociales, incluidos aquellos que no coinciden con su gobierno, con sus expectativas y con su ideología. Como el propio presidente López Obrador lo expresó en su mensaje video transmitido este sábado a través de los medios y las redes sociales para informar con mayor
detalle a la opinión pública mexicana sobre los detalles de la visita a Washington, “Lo cortés no quita lo valiente”.
El mundo, y en particular nuestro país, se encuentran sumidos en la mayor crisis económica y social que hayamos presenciado las generaciones vivas. Superarla dependerá en mucho del contexto global. Pero superarla con eficiencia, en el menor tiempo posible, y de la manera menos dolorosa, logrando así evitar o minimizar los efectos colaterales en temas álgidos como: delincuencia, inseguridad, conflictos sociales, polarización de la población por motivos ideológicos, y hasta pobreza y desempleo, dependerá en mucho de que el liderazgo del presidente López Obrador sea aceptado por el más amplio conjunto los mexicanos.
En conclusión, sería deseable que la sensibilidad política de López Obrador que lo llevó a efectuar una visita de Estado al presidente Donald Trump en la que prevaleció el lenguaje suave y moderado, sin dejar de establecer con claridad sus objetivos, sea puesta en práctica en el trato que debe dispensar a todos los mexicanos, sean estos sus aliados o simpatizantes, o sus opositores y detractores más extremos.
La construcción de consensos y el respaldo del conjunto de la sociedad son elementos que pueden contribuir fuertemente a enfrentar y supera la crisis que padecemos de la mejor manera y en el menor tiempo posible, así como a permitir alcanzar los objetivos que López Obrador ha establecido como metas de su denominada Cuarta Transformación.