Leímos palabras muy fuertes porque el gobierno evitó que “frena” (minúscula deliberada) llegara al zócalo, gritaron que se violaban las libertades constitucionales.
Después llegó una marcha de mujeres a las que se les evitó llegar al zócalo, pero no se escuchó a ninguna de esas voces defensoras de las libertades. En la democracia todas deben tener los mismos derechos y los mismos bloqueos, ¿acaso las mujeres acudirán ante el mismo juez que permitió que la derecha acampara en el zócalo para que les garantice el acceso a la plancha mayor?
La cuestión es que al evitar que las mujeres llegaran a la plaza de la Constitución se evitó un seguro baño de sangre, o como dicen las radicales, sangra, porque hemos visto explosiones de violencia que posiblemente se hubieran descargado sobre las acampantes, aunque la mayoría de las tiendas de campaña están vacías. Luego entonces el bloqueo jugó el papel de proteger la vida de las ciudadanas, función fundamental e inevitable del gobierno.
Imagínese usted si ambas protestas se hubieran encontrado y hubiera habido una muerta. La derecha feliz de la vida porque se cumpliría su sed de sangre, mientras el país sufriría un embate más de los intolerantes.