Don Goyo ( y los extraterrestres)
- Pericles
- Oct 5, 2020
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Puro cuento
Parecía que estaba atardeciendo pero en realidad era el amanecer de un domingo cualquiera. Nunca pensaron que don Goyo despertaría porque siempre estaba dormido y de repente a veces roncaba con sus fumarolas. Ese día empezaba como siempre con los que quieren seguir dormidos y los que nunca pueden. Las calles seguían vacías y el mercado en un silencio fantasmal. Las cantinas con los restos de la noche previa y los ruidos de botellas vacías en la basura movidas por el viento. Las cárceles llenas de vomitados trasnochados ,crudos y golpeados. Fiestas caseras apagándose como un fogón viejo y consumido. Borrachos dormidos en banquetas y bancas como perros abandonados. Bostezos ocasionales repartidos en casas mañaneras y haciendo estiramientos como reflejo postural. Alarmas canceladas para ser traicionadas por la campana de la iglesia. Mujeres preparándose a seguir barriendo banquetas aunque fuera domingo. Todavía se sentía el sopor de la noche a terminar cuando a las 5:34 AM en punto, se cimbró la tierra con un movimiento de hundimiento y rotación de tal magnitud que prácticamente todo lo vertical quedó en posición horizontal. La primera víctima como adrede, fue el alcalde del pueblo al caerle una viga del techo estando acostado en la cama y viendo hacia arriba. Casi simultáneamente, se abrió una grieta en el piso de la iglesia que la atravesó desde la entrada hasta el altar tragándose la mitad de las bancas y un san judas de tamaño natural como si hubiera sido una señal. “Qué raro” dijo el cura, porque en ese momento no se oía o veía ningún animal, ni los gallos de doña Lupe o la jauría de perros que se la llevaban en la plaza. Medio pueblo se levantó cubierto de un polvo blanco que dijeron eran del yeso de los techos, bardas y paredes colapsadas. Ya con los niños en un grito llorando y los adultos echándose culpas el sol empezó a salir como iluminando un infierno. Todavía ni se veía bien a bien cuando se siente otro movimiento terrenal todavía más violento terminando de destruir lo que estaba a medias. A los que les fue bien, salieron de los escombros cubiertos no solo de fracturas y sangre sino de miedo. “todo fue tan rápido “ dijo Clarita la de la esquina. Entre tambaleadas, gemidos y súplicas, se vino otra vez un ruido “como por abajo del suelo” dijo don Blas el boticario. Ruido de ultratumba que cimbró en pavor las almas de los ya asustados. Las beatas de inmediato se arrodillaron donde estuvieran y elevando sus brazos se pusieron a rezar con fervor apocalíptico. Para entonces Chemita y otros niños, corrían por las calles fracturadas gritando que los que pudieran se fueran a la plaza. Le trayectoria hacia la plaza en el centro del pueblo se veía completamente desolado y destruido. No había electricidad, agua potable, teléfono o algún otro medio de comunicación que transmitiera información hacia afuera o hacia adentro, de la catástrofe. Los gemidos y llantos se oían por doquier, lo mismo los cuerpos que se veían semienterrados debajo de las ruinas. Ya en la plaza, en ausencia del alcalde, el profesor Martínez tomó la iniciativa de intentar organizar una especie de grupos de rescate pero sin éxito. Los que medio llegaron estaban si no heridos, incapacitados y el resto eran casi puros niños. Con voz nerviosa el profesor empezó a preguntar si alguien tenía un radio de baterías. Nadie contestó. En su lugar las beatas empezaron a cantar canciones de alabanza y misericordia . En eso estaban cuando se vino un estruendo más grande que los anteriores. Y es que don Goyo se había despertado despidiendo cenizas y gases “hasta el cielo” y con la tierra todavía moviéndose de un lado a otro. De las alabanzas pasaron a los gritos y llantos de evasión de lo inminente. Chemita aunque era sordomudo, seguía haciendo movimientos dramáticos con sus manos y diciendo palabras ininteligibles como cuando corrió por las calles tratando de congregar a la gente en la plaza. En ese momento ya se veía caer como nieve las cenizas tóxicas y los gases venenosos invadiendo los pulmones de la totalidad del pueblo . Entre torcidas y vomitadas, los más viejos empezaron a caer muertos como fulminados. Las beatas de inmediato se cubrieron la cabeza con sus rebozos silenciándolas al instante. Los niños se taparon bocas y narices con sus manos y dejaron de hacer esfuerzo para respirar. Cuando de repente, no solo el humo negro se tornó blanco sino que también apareció una inmensa nube plateada exactamente arriba de la plaza, haciendo más estruendo que todos los demás ruidos de fondo . Por lo que todos, pasaron de taparse la boca, a taparse los oídos y cerrar los ojos para evitar el ruido ensordecedor y las luces destellantes . Sintiendo simultáneamente la invasión de un calor insoportable de fuego que los hizo que todos se quitaran la ropa, incluyendo las beatas. Y en lo que descendían las luces incandescentes, se dieron cuenta que podían respirar por lo que las beatas de inmediato empezaron a gritar “el Mesías.!!! …el Mesías !!!! ...se acabó el mundo!!! “ dejándose caer de rodillas sobre las cenizas. La imagen luminosa tenía como forma humana y postrada sobre una de las luces dice: “<>¥|\_][})(!?•*~{]\[“ . Todavía no terminaba la voz de trueno y las beatas ya estaban pidiendo perdón a gritos. Chemita se puso de pie y sin miedo empezó a tratar de comunicarse con señales sordomudas . Por lo que el ser le empieza a contestar igual con sus manos raras y Chemita traduce manoteando que los adultos se retiren provocando otro silencio más profundo y aterrador. En eso llega el cura que se había escondido dentro de una caja fuerte en la sacristía y al ver la escena, como magia se le empezó a quemar la sotana, su máscara de gases y sus carnes por completo. En el pánico total los que no eran niños se fueron saliendo uno por uno de la burbuja de oxígeno solo para terminar ahogándose con los humos candentes y mortales. Al final, el pueblo de Atlatlahuacan desapareció por completo. La lava destrozó absolutamente todo a su paso y los detritos literalmente se los tragó la tierra . De los niños ya nada se supo, unos dicen que se fueron consumidos por el río de fuego, otros que se los llevaron al cielo y aún otros dicen que con el tiempo regresaron y terminaron jugando para las Chivas del Guadalajara.
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