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El 7 Eleven

Puros cuentos

Exactamente a las 6:00 de la mañana Apu Patel ya deforme por su obesidad y tratando de abrir las puertas de su negocio, tuvo que hacer un esfuerzo fenomenal para abrir el cerrojo situado al pie de la puerta de vidrio.

Una vez incorporándose y lleno de sudor, Apu regresa al mostrador ya con falta de aire y sacando un pañuelo de seda de la bolsa de su pantalón.

Apu Patel abrió originalmente su tienda de servicio 3 años atrás usando los ahorros de toda su vida.

Estando en tierras extrañas y con lenguaje imposible, Apu había sobrevivido el infierno financiero a base de terquedad y banquetes para compensar.

Su voluminoso peso lo hacía dramáticamente lento y su hablar con un jadeo constante.

Como todas las mañanas, prendió incienso por toda la tienda como espantando a los malos espíritus y susurrando cosas ininteligibles. En eso suena la cafetera indicando que el agua para su té negro estaba hirviendo,por lo que Apu regresa lentamente al mostrador que también la hacía de mini cocineta. Una vez sentado,empieza con su desayuno de siempre de té y roti. Ese día todavía no le daba el primer sorbo al líquido hirviendo cuando entran 2 uniformados de verde que se indentificaron en mal español como agentes de migración. Apu se levantó con extrema agilidad desafiando la gravedad y pregunta cuál es el problema. Los agentes no entendieron nada por el acento de Apu y a pesar de ver las imágenes detrás del mostrador de mujeres en posiciones raras y con brazos múltiples, lo siguieron confundiendo con mexicano. Apu con su sudor interminable le empieza a gritar a su esposa que se encontraba en el piso superior de la tienda: “Patni....Patni !!” sin respuesta. Los agentes al ver su transpiración y oír sus gritos, de inmediato sacaron sus armas apuntando al gordo de Patel. Con sus manos en alto, Apu se quedó callado mientras los agentes hablaban por sus radios pegados al uniforme. No pasó mucho tiempo cuando se empieza a oír los motores y aspas de un helicóptero por arriba de la tienda, cosa que hace que Adya la esposa baje rápidamente llamando nerviosamente al gordo. Adya, una vez al nivel de la escena y envuelta con telas largas, se quedó espantada de lo que vió y como reflejo se regresó subiendo a toda prisa con el espanto en su cara por lo que uno de los migras inmediatamente y como lo entrenaron, volteó su brazo derecho armado e hizo un disparo. Lo disparado no llegó a su destino al quedar incrustada en la pared de madera que cubría la escalera. Lo único que Apu vió fue como el migra enfrente y a la izquierda de él, le tiró a su esposa a matar. Ya en un mar de sudor y jadeos, Apu se agachó detrás del mostrador y al mismo tiempo que se levantaba, accionó una escopeta doble oyéndose dos estruendos simultáneos con las correspondientes caídas al suelo de los dos migras. Volviendo a sacar su pañuelo y secándose la parte posterior de su cuello, se va casi semicorriendo hacia el pie de las escaleras y empieza a gritar: “Adya!.....Adya!!!” otra vez sin respuesta. Desesperado voltea hacia la puerta y no ve nada.Solo oye los ruidos de estática y palabras fragmentadas que venían de los radios de los dos muertos que yacían en el piso frente al mostrador. Apu vuelve a gritar por su esposa pero solo oye silencio. Patel regresa al mostrador y recarga la escopeta recortada, apaga todas las luces y desconecta el teléfono. En lo que se apresura a atrincherarse se oye un megáfono que dice: “...salga con las manos en alto.!!....repito.!! salga con las manos en alto!!!” oyéndose otra vez el helicóptero zumbando por arriba. Apu sabía que estaba rodeado y que era hombre muerto. Habiendo cruzado la línea invisible de la ley, todo esfuerzo era fútil a partír del momento que se agachó para vengar a su esposa. Adya, una vez qué escapó del disparo fallido sube de prisa al segundo piso e inmediatamente se sale por una ventana que daba a un toldo. Siendo ahí dónde oyó los disparos simultáneos pensando que Apu había sido acribillado. Apu al no oír respuesta de su esposa la pensó muerta. Ya bajando del toldo y cuidándose del helicóptero, Adya entra a un cuarto-sótano independiente de la tienda en la parte baja y cierra la vieja puerta de madera solo para oír los perros migratorios al frente y en la esquina de la cuadra. Los de la migra no sabiendo cuántas personas en total había adentro de edificio entre ilegales, clientes o rehenes activó un operativo completo por sospechas de muerte de sus dos agentes de los que ya nunca volvieron a oír por sus radios. Apu sudando como siempre y no pudiendo entender el español, se preparó a terminar su venganza con los últimos cartuchos de escopeta que le quedaban y acostado en el piso detrás del mostrador. Entretanto Adya procede a consumar su sati, rociándose con kerosene al mismo tiempo que los perros ladraban y rascaban con sus patas la puerta de madera del sótano. La escena afuera era no menos dramática, con francotiradores apuntando a cualesquier movimiento detrás de los vidrios de la puerta y ventanas. Los traductores y mediadores apostados en sus puestos esperaban algún tipo de comunicación.Y el cuerpo táctico decidiendo irrumpir la casa tienda. La auto inmolación fue absoluta y rápida, Adya solo emitió un gemido pasajero para sucumbir a las llamas de su propio cuerpo. El humo que transpiraba por la puerta del sótano hizo que los bomberos la tumbaran con sus hachas rojas permitiendo que los perros migras entraran ya apagado el fuego y disipado el calor. El grupo táctico decidió irrumpir por arriba y los perros decidieron obedecer a sus olfatos empezando a escarbar y chillar en una de la esquinas del sótano. Mientras tanto Apu yacía acostado detrás del mostrador inmóvil. De nuevo se oye el helicóptero ya estacionario en la parte superior del edificio por el cual bajaron 7 agentes especiales usando cuerdas de metal y agrupándose en el toldo frente a la ventana por la cual Adya había escapado. El comando entró a la segunda planta en forma sigilosa y revisando cada aposento. Con señas manuales reportaron sin ninguna novedad en el segundo piso, por lo que se encaminaron a bajar por la escalera que terminaba paralelamente con el mostrador de Apu. Con redoblado sigilo empezaron a bajar en forma cautelosa y en silencio táctico. Dos escalones antes de llegar a la planta baja tiran una granada de gas lacrimógeno no sin antes colocárse sus máscaras anti gases. Los guiadores migras de los perros migras se dirigieron a la esquina del sótano donde parecía que se oían gritos y voces distantes por debajo del suelo. Los gases lacrimógenos no espantaron a nadie y solo quedó el silencio dado que Apu estaba muerto. Al levantar una puerta falsa que había estado cubierta de tierra húmeda de sótano, los perros migras se quedaron sorprendidos al encontrar una jaula llena de personas secuestradas. El líder del comando se acercó a lo que quedó de Apu y con su arma certifica que estaba muerto y con espuma en la boca. “¿...poison?” pensó. Los perros escoltaron a los secuestrados de los cuales 3 eran guatemaltecos, 2 colombianos y 4 salvadoreños y los subieron a un camión cárcel solo para terminar llevándolos a otra jaula pero arriba del suelo. Terminada la operación los migras perdieron 2 de los suyos y 2 coyotes muertos por sus propias manos. En lo que procesan a los enjaulados, se dan cuenta que una de las mujeres está embarazada. Situación que trastoca el sistema dado que sacando cuentas se dan cuenta que ese niño iba a nacer en cautiverio. La noticia llega hasta el escalafón más alto y como excepción se da la orden de transportar lo más pronto posible a dicha persona a su país de origen. Por lo intrincado del sistema, pasan varias semanas antes de evacuar a la mujer en gestación. Finalmente,en un vuelo comercial y esposada empezó el viaje de regreso. Viaje que fué tumultuoso y largo. Una vez sobre espacio aéreo internacional, la mujer empieza a tener trabajo de parto por lo que las azafatas se apresuran a consolarla y pedirle al migra que le quitara las esposas. El migra no solo se rehusa sino que también le empieza a gritar al piloto que aterrice inmediatamente en cualesquier país en ruta, cosa de la que los pilotos hacen caso omiso. A como pudieron las azafatas y voluntarios llevaron a la ilegal a la parte trasera del avión en vuelo y la medio recostaron aún con las esposas. Situación que complicó logísticamente el parto aéreo pero no el parto natural. El niño empezó a chillar en cuanto agarró aire. Salió prieto gordo y sudando. El migra al ver la escena, le quita las esposas a la parturienta pero solo para esposarle una mano a la puerta del baño. La madre orgullosa dice por arriba de los chillidos “¡se llama Pericles!!”. La conmoción hizo que la tripulación confrontara al migra diciéndole sarcásticamente “¿..a ver por qué no le pones esposas al niño?!” A lo que el migra responde: “.....no....porque es ciudadano “ FIN (de la visa)

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