Última llamada
La mayoría de los sistemas impositivos se basa en la filosofía de que el que más tiene más paga y el que menos tiene más recibe, este es un principio distributivo rector que busca corregir las desigualdades creadas por el sistema capitalista. En los países social demócratas esto funciona muy bien, los impuestos son altos, los servicios buenos y la desigualdad es menor.
Pero aunque la filosofía decreta algo la realidad se encarga de derrumbar los buenos propósitos, así encontramos que existen muchas argucias para no pagar impuestos y agrandar la brecha social. Así se crearon los paraísos fiscales y hay abogados especializados en evadir el pago de impuestos, las empresas prefieren pagarle inmensos honorarios a esos abogados en lugar de pagar más impuestos (a veces no pagan casi nada), mientras los ejecutivos se pagan fortunas como recompensa por el engaño social. Se decía que el capital no tiene nacionalidad y los ejecutivos no tienen conciencia ni corazón.
Ahora se propone que se imponga un impuesto mínimo en el mundo para las grandes corporaciones que se han especializado en burlar los sistemas impositivos en el mundo, lo que sin duda es un primer buen paso. Hay que cerrar las vías a la evasión de impuestos y que todos paguen de acuerdo al principio distributivo rector del sistema.
La tarea inaplazable en el mundo consiste en erradicar la pobreza y eliminar la desigualdad, con eso se empezará a reparar destrozos como el ambiental y la migración forzada.
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