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Alerta roja

Samuel Schmidt

Volví a Juárez después de una larga ausencia, dicen que los que probaron agua del Río Bravo no pueden abandonar a esa ciudad, vaya usted a saber si en alguno de los restaurantes de mariscos servían pescados del río. Un noticiero elaboraba sobre el jueves negro y expresaba palabras de pesar. Se refería al jueves 11 de agosto de 2022 cuando el crimen autorizado asoló con muerte a la ciudad.

Fui a la peluquería cuya televisión estaba sintonizada en el canal 44 y me llamó la atención que una reportera le destinara muchos minutos a la descripción de un crimen. Uno podría pensar que le faltan noticias al canal y por eso amplía tanto la nota roja.

Le mencioné mi extrañeza al peluquero y se me acercó para bajando la voz decirme que ese fin de semana había alerta roja en la ciudad, o sea que al parecer los criminales recordarían el jueves negro con otra ronda de asesinatos. A él le habían notificado por whatsapp y la notificación era creíble porque lo habían encañonado en 2008, año muy complicado. Su experiencia fue como encargado de la peluquería y lo amenazaron como parte de un asalto, lo que no lo convierte ni en receptor especial de noticias de crimen, ni lo autoriza para difundir mensajes no comprobados, pero ese es el poder de los rumores, difundir información que es creíble por desconfianza, dinámica que se ha reforzado con las redes sociales y los medios de comunicación en los teléfonos.

El fin de semana pasó sin eventos especiales, aunque la tarde-noche del sábado hubo 4 muertos en una zona de la ciudad.

Anduve por el Valle de Juárez que es una zona reportada como violenta y dónde se dice que dos carteles se pelean el espacio y encontré a gente ocupada en lo suyo y sin señales de violencia. Anduve por la ciudad y me pareció una ciudad normal y los restaurantes llenos.

Fui a visitar a mi amiga que tiene una casa de cambio y reportó que durante la pandemia le fue muy bien porque había mucho dinero, igual que lo hay ahora, aunque denunció que brotan casas de cambio no registradas, se anuncian en facebook y cuando les caen cierran, eso afecta el negocio de las que están registradas y pagan impuestos.

Abunda la construcción de pequeños centros comerciales por la ciudad, lo que ratifica la versión de la cambista, algunos centros son muy básicos, otros con elegancia arquitectónica, pero eso se ve en muchas partes del país dónde brotan grandes torres que llegan a estar semi vacías, lo que confirma la tesis de dinero abundante y que al parecer las lavadoras, de las que muchas se elaboran en Juárez, están trabajando a marchas forzadas.

No hay duda que Juárez es una “plaza” muy apetecida por los grupos criminales, pero ¿acaso eso explica tantas muertes? En una ocasión alguien dijo que las “muertas de Juárez” era algo que le estaban colgando a la ciudad, porque en muchas ciudades de Estados Unidos asesinan muchas más. Alguien sostuvo que parte del ruido venía de Fox que intentaba crear un clima de miedo en Juárez para llevarse maquiladoras a Guanajuato, y ese estado no solamente sufre el flagelo panista sino de los grupos criminales. Pero las empresas no se fueron, tal vez veían la dimensión real del problema (una muerta es demasiado) y no las preocupaba, finalmente para el capitalismo la muerte es una oportunidad de negocio. Tal vez estamos ante algo similar con los crímenes actuales.

Las heridas propiciadas por el crimen autorizado no cicatrizan, porque no es algo pasajero, la guerra insensata continúa enlutando hogares cotidianamente, la impunidad que ha consolidado el dominio criminal continúa; jueces protegen criminales, autoridades hacendarias están felices con la entrada de narcodólares, la corrupción entre soldados y policías sigue garantizando protección para las actividades criminales y el lavado de dinero en la industria de la construcción debe tener brincando de felicidad a las autoridades municipales porque le generan entradas de dinero como son licencias e impuesto predial. Sumemos la parte de la economía que les vende vehículos o implementos industriales y hasta servicios de salud. Tal vez deberíamos preguntarnos que tanto del crecimiento de la economía registrada responde al insumo criminal y cuál es el peso estructural de ese factor.

Juárez no es una ciudad maldita, es tierra de oportunidad, su gente es amistosa, abre la puerta de la casa con facilidad y siempre hay una mano extendida para el recién llegado, seguramente esa es la metáfora del agua del Bravo.


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