Diego Martín Velázquez Caballero
El terrorismo de Hamas representa la barbarie de la que el ser humano pretende alejarse. Sin embargo, tal parece que las condiciones irracionales buscan imponerse al paso del tiempo, la razón cede ante la violencia, los humanos se subordinan ante la brutalidad de quien usa desproporcionadamente la fuerza. Probablemente es el temor a que la ola de abusos llegue; empero, como ha ocurrido tantas otras veces, aunque los sujetos se consideren exentos de la radicalización, esta llega con sus peores consecuencias.
La legítima defensa de Israel ha despertado el antisemitismo en múltiples izquierdas y, principalmente, derechas; el auge de los populismos y nacionalismos étnicos confunde el terrorismo con la lucha auténtica en contra del imperialismo occidental. Y también se equivoca de enemigo.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la nación judía comprendió que es necesario devolverle mil veces los golpes a la indolencia humana. Y está bien. Nadie puede juzgar a Israel por defenderse de la vileza terrorista y luchar al lado de la historia. Israel, como otros pueblos de la humanidad, ha sido esclavo y colonia, occidental y asimilado, y, de todas formas, tiene que seguir luchando contra el imperialismo. Ese es el destino de su historia.
No resulta extraño el antisemitismo, pero sorprende su expansión y confusión actual cuando la humanidad tiene acceso a mayor información por la tecnología. A diferencia de los atentados al World Trade Center a principios del siglo XXI, la crudeza de los datos y evidencias sobre el ataque a Israel, se aproximó a todo el mundo. Pero con esa información también se compartieron las ideas más equivocadas y falaces sobre el pueblo judío e Israel. Y en la era del fakenews resulta mortal para todos.
Algunos analistas como Thierry Meyssan, Luc Boltansky, Daniel Estulin y Fernando Montiel, consideran que las ciencias sociales deben estudiar los complots y conspiraciones para analizar de una forma rigurosa las evidencias y establecer el grado de riesgo para una sociedad o Estado. ¿Quién quiere hacer uso del antisemitismo para provocar una Tercera Guerra Mundial?
La historia del Estado de Israel es ejemplar, en pocas décadas ha demostrado conseguir buenos resultados en la perspectiva de las instituciones occidentales, pero fuera de Occidente y con muchas reservas por parte de los mismos Estados Occidentales.
El imperialismo vive una etapa de decadencia y no admite la crisis de sus valores. No quiere reconocer el crecimiento de algunas potencias medias y tampoco quieren aceptar las luchas descolonialistas y nacionalistas. El mundo multipolar parece riesgoso, pero la humanidad ha vivido milenios sin Occidente y el cristianismo.
El fracaso de los valores occidentales se debe a la metástasis que generaron por la corrupción de los mismos en la época neoliberal. La barbarie de los anarquistas neoliberales fundió la democracia, el capitalismo y la posibilidad de un lenguaje cívico universal. La tecnología digital es una muestra más de la forma en que el neoliberalismo pervierte, por ejemplo, el valor de la educación. El nazismo y la barbarie no pueden adquirir status de libertad de expresión sólo porque facturan, ¿qué pasó con el pensamiento crítico, liberal y legal?
Israel seguirá en su lucha para reencontrarse con la Historia y los pueblos buscan la emancipación y la relevancia de la vida, deberán aprender.
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