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Ataca a quien señala el problema

  • fermarcs779
  • Apr 13
  • 3 min read

Diario de un reportero


Miguel Molina


La regla está en algún manual – escrito o no – para políticos que no tienen ideas: si no puedes resolver un problema, ataca a quien señala el problema. El mejor y más reciente ejemplo de esta regla es lo que está pasando con las desapariciones forzadas en México.


El Comité de las Naciones Unidas contra las desapariciones forzadas anunció recientemente que piensa remitir el caso mexicano a la Asamblea General de la ONU, como lo manda el artículo treinta y cuatro de la Convención


Si el Comité recibe información que, a su juicio, contiene indicios bien fundados de que la desaparición forzada se practica de forma generalizada o sistemática en el territorio bajo la jurisdicción de un Estado parte, y tras haber solicitado del Estado parte interesado toda la información pertinente sobre esa situación, podrá llevar la cuestión, con carácter urgente, a la consideración de la Asamblea General de las Naciones Unidas, por medio del Secretario General de las Naciones Unidas.


La respuesta del gobierno mexicano podría haber sido digna de risa si no fuera trágica. El senador Gerardo Fernández Noroña declaró que él y su partido y su gobierno y quién sabe cuántos más, “recurriremos a las más altas instancias de Naciones Unidas (sic) para exigir la sanción correspondiente al

citado funcionario”, porque “alienta la falsa e injusta especulación de que hay desapariciones forzadas en México”.


La ignorancia del senador es tan grande como su osadía. Los integrantes de los comités que evalúan el cumplimiento de las convenciones de derechos humanos no trabajan para la ONU ni cobran sueldos en la organización. Son expertos independientes nominados y elegidos por los gobiernos que firmaron la convención. No hace mucho tiempo, un mexicano presidió ese comité.


Pero hay más. El comité decidió pedir información al gobierno de México, y en las próximas semanas enviará una petición formal, porque sus miembros no son acelerados como los políticos mexicanos. El caso de México no va a llegar a la Asamblea General de la ONU pasado mañana...


El senador – y quienes han condenado al comité de la ONU – no se han enterado que desde el primer día de octubre del año pasado, cuando comenzó el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, hasta mediados de marzo de este año, ha habido más de mil quinientas desapariciones forzadas – unas cuarenta diarias –, que se suman a las ciento veinte mil que ha habido en el país.


Para el discurso oficial todos esos desaparecidos no son muchos, no son suficientes. El problema de las desapariciones no se va a resolver con oficinas regionales, como anunció la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que oficial y oficiosamente rechazó que se viva una crisis de desapariciones en México, “y más aún que sean consecuencia de una política de Estado”.


De los abrazos pasaron al discurso, y de ahí a las oficinas. A ver qué dicen ahora quienes piensan – o pensaron – que la cuarta transformación era un proyecto serio, algo más que declaraciones y ocurrencias.


Desde el balcón

Uno vuelve al balcón de siempre, alza la copa de malta, y mira. Diez días en Londres bastaron para que los árboles se llenaran de hojas y de pájaros de primavera, pero no fueron suficientes para que el gobierno de Veracruz le pague a don Justino Reyes los diecisiete años de salarios que le debe.


Tal vez dentro de algunos sexenios algún gobernador – o alguna gobernadora – decida que lo decente es saldar la deuda que el Estado tiene con don Justino.


Uno toma un sorbo de malta, mira el muro verde que creció en su ausencia, y sabe que ese momento todavía está lejos. Tal vez hay que esperar a la quinta o la sexta transformación, porque esta no es seria, al menos para el señor Reyes.

 
 
 

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