Última llamada
Todos los problemas en una institución, empresa o gobierno son responsabilidad de quién la dirige. Esto es correcto pero merece cierta explicación.
Un gobierno nuevo se enfrenta a los efectos de procesos y decisiones del pasado, en otras palabras, las condiciones con que se encuentra un gobierno son las consecuencias de lo que hicieron los gobiernos anteriores y las dinámicas sociales y económicas del pasado.
El gobierno no puede ni debe desentenderse de los problemas, en parte porque invitó a la elección prometiendo resolver esos problemas, pero debe actuar para resolverlos y asegurar que no vuelvan a suceder. No se puede intervenir ante las causas de las que derivan los efectos, lo que complica las acciones del gobierno.
Hay que agregar que hay una visión de inmediatismo que no es tema menor, dónde la gente espera que los gobiernos corrijan problemas añejos de un plumazo, como si los gobernantes tuvieran varitas mágicas para corregir desequilibrios profundos. Aunque esta expectativa es lógica es incorrecta, porque todas las decisiones y procesos tienen diversos plazos de maduración y diversos plazos de tolerancia; mientras que hay quién entiende que hay que esperar, hay quien se desespera y atropella los procesos.
Bueno fuera que conozcamos y seamos conscientes de las causas y efectos de las situaciones en las que vivimos.
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