Diego Martín Velázquez Caballero
En estos momentos de cambio geopolítico mundial pareciera que las hegemonías tradicionales se desmoronan, incluso se está llegando a afirmar -abruptamente- que todo se ha convertido en el tercer mundo. Esta situación obliga a una mirada nueva a los imperialismos, particularmente al norteamericano desde el enfoque de nuestro país. Hace tiempo que se afirma la necesidad de una economía de bloques y la concentración de los estados poderosos en sus áreas de influencia.
Estados Unidos se ha agotado y no puede ejercer más esa hegemonía mundial que le llevó a la victoria de la Guerra Fría. Ha fracasado la democracia liberal capitalista, el neoliberalismo y el dominio basado en la justicia mercantil. La gran potencia americana no puede controlar a sus otrora enemigos regionales, pero; sobre todo, no reconoce a sus élites económicas que han enloquecido: el liberalismo anarquista freadmaniano está generando el fin del planeta.
México se transformó en una Sicilia Americana por seguir el modelo neoliberal de Hayek. Se ha convertido en un narcoestado que rompe la gobernabilidad de los dominados, pero también puede destruir al Imperio. Es fundamental que Norteamérica reconozca la insignificancia del discurso neoliberal y la incapacidad de los gerentes empresariales para recuperar el mundo, la rebelión de Atlas debe ser abatida porque la humanidad y Estados Unidos van a extinguirse. El fin de Inglaterra está a la vista.
El modelo político económico de Keynes recupera garantía en este momento, el Estado de Bienestar no puede ser para una oligarquía que subsidia su afluencia racista; si los grupos capitalistas quieren dinero, que convenzan con productos excelentes a las personas y que se vuelvan humanos con los humanos. Más allá de los subterfugios reptilianos e illuminatis con que algunos se refieren a su poder, más bien deben ser significados como sicópatas equivalentes a cualquier mafioso egoísta.
Estados Unidos debe reconstruir Latinoamérica en una nueva visión de Plan Marshall que cierre el ciclo de modernización e institucionalización política. Un mercado que mantiene a las sociedades en el medioevo o feudalismo, no es mercado. Genera pobreza y todo tipo de patologías que Estados Unidos tiene al sur de su territorio. ¡El Estado es primero!
El conflicto global obliga a mirar con inteligencia la crisis de las democracias liberales y, particularmente, del capitalismo. Es fundamental encontrar la salida correspondiente a la velocidad histórica de cada pueblo y la modernidad alternativa que le corresponde. El gatopardismo que proponen los imperialistas del mercado sólo calienta más el daño ambiental del planeta y la destrucción atómica.
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