Samuel Schmidt
Cuando regresé de hacer un posdoctorado en la Universidad de California en Los Ángeles a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, de inmediato me convertí en agente de la CIA. No importaba que fuera primer politólogo o uno de los primeros con un posdoctorado ni que me hubiera financiado la beca Fullbright que respondía al esfuerzo de Estados Unidos para atraer académicos que lo vieran favorablemente. Tal vez fue porque aproveché para ir a Disneylandia.
La etiqueta terminó el día que llegué a la facultad con un cheque de la embajada como pago por servir en un comité que escogía becarios y al mostrarlo dije: para que vean que si es cierto.
Ahora veo que aunque fuera infundio algo tenía de ventaja la atribución, a final de cuentas a la CIA se le ve como una agencia omnipotente, omnipresente, infalible, y ser miembro de ella equivale a ser parte de la adoración y hasta del miedo.
Esto viene al caso porque La Jornada publica con gran despliegue que según la CIA, Echeverría tenía parte de la culpa de la represión del 68, el periódico que se caracteriza por el nivel ramplón de sus reportajes, no se preocupa por aclarar que eso han sostenido infinidad de académicos, analistas y activistas mexicanos, pero faltaba que la CIA lo dijera para sea la verdad, súmele que una ONG gringa nos recuerda que ellos si saben la verdad al mostrar cables de la embajada gringa y de la CIA que fueron desclasificados.
Pero la verdad es que la CIA miente con frecuencia, tal vez por dos razones: sus reportes los realizan personas, las que pueden reportar lo que ven parcialmente, pueden interpretar lo que ven, lo que usualmente hacen a partir de valores personales y sociales, como le sucede a muchos historiadores y politólogos estadounidenses que “interpretan” la realidad mexicana esperando que sea como la suya; pero antes que nada la CIA es el brazo del imperio, el que hace la tarea sucia junto con unidades militares, por eso la CIA esta metida en la promoción de golpes de Estado y en hacer la guerra contra los enemigos de Estados Unidos, dónde destacan en primerísimo lugar los comunistas. Claro que no lo hacen solos, cuentan con un aparato de financiamiento disfrazado de promoción de la libertad y la democracia (Jorge Majfud, La frontera salvaje, lo demuestra con detalle desde el siglo XIX).
Un buen día los musulmanes acompañaron a los comunistas en la lista de enemigos selectos del imperio y la CIA se encargó de perseguirlos por el mundo y someter a los que los agredieron, pero resulta que no tenían pruebas y armaron un programa de tortura que los ayudara a confesar lo inexistente. Este programa se aplicó en cárceles clandestinas en varios países porque la ley prohíbe la tortura y no torturaban en su territorio, aunque hay una ley que permite la detención prolongada y secreta y sin asistencia legal, igual como hacen en Guantánamo.
Como los gringos siempre vigilan, la CIA ha hecho costumbre mentir y asociarse con rufianes para promover la democracia, como hicieron con los Contras en Nicaragua, o con la mafia en Italia. La CIA le mintió al presidente y al congreso en el caso de las torturas, como lo presenta Scott Z. Burns en la película The Report (2019); antes hicieron lo mismo en Afganistán donde ilegalmente financiaron una guerra brutal justificada por la sacrosanta misión de matar rusos, esto lo documentó muy bien George Crile en Charlie Wilson's War: The Extraordinary Story of How the Wildest Man in Congress and a Rogue CIA Agent Changed the History of Our Times (2007), si prefiere hay película Charlie Wilson's war (Micke Nichols, 2007).
En eso Putin tiene razón, hay rusofobia y lleva a extremos criminales, pero el se pone de pechito y les da material al invadir países vecinos y meter las manos en Siria y las elecciones en Estados Unidos.
Algunos de los secretos que logra la CIA al espiar o al reclutar empleados de alto nivel, son útiles para entender algunos de los procesos más sombríos de la historia del último siglo. La CIA destapó que Echeverría (Litempo) era su agente, vaya usted a saber si les creemos por mucho que tengamos suficientes razones para detestar al ex presidente.
La CIA ha sido un factor de inestabilidad en el mundo. Es la mano pachona que se oculta tras la persecución de comunistas o todos aquellos que puedan afectar intereses de Estados Unidos, por muy justa que sea su causa y por muy democráticos que hayan sido electos.
Tal vez la CIA es un factor central en el inicio generalizado de la posverdad, porque para ellos, no para Maquiavelo que nunca lo dijo, el fin justifica los medios, y ellos definen el fin y los medios.
Con el permiso de Marx y Engels terminó parafraseando una frase celebre: Un fantasma recorre el mundo, es el fantsma de la CIA, que no solamente espanta, sino que destruye.
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