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El futuro un jueves

Diario de un reportero


Miguel Molina


Poco a poco, los aspirantes de Morena a la candidatura presidencial – que ahora, como antes, sería asunto de unos cuantos que el presidente nombró – han renunciado a sus cargos y pronto irán de arriba para abajo por todo el país prometiendo que harán esto y no dejarán de hacer lo otro para impulsar la cuarta transformación (sic) nacional.


Como falta un año para las elecciones, uno puede esperar que en ese tiempo los aspirantes nos den una idea de qué rumbo podría tomar México según quien gane, aunque – al menos en teoría – México seguiría hacia donde va. Es decir, más de lo mismo, aunque tal vez de otra forma. Podría ser el mismo infierno con diferente diablo.


Pero siempre llega el momento en que el elegido (porque hasta ahora no ha habido una elegida) tiene que romper con quien lo hizo todopoderoso y pensar en su propio legado, y crear su propia versión de la historia porque uno es uno o una. Habrá que ver en cuánto tiempo cambian los discursos de los precandidatos, si es que cambian.


Vuelve a la memoria la advertencia de Hesse: El pájaro rompe el cascarón. El cascarón es el mundo. Quien quiera nacer tiene que destruir un mundo. Por lo

pronto, los aspirantes van a comenzar una precampaña sin precedentes y sin impedimentos legales, porque las autoridades electorales consideran que lo que haga antes del inicio oficial de las campañas no es campaña.


Será interesante ver quién paga los trabajos de quienes quieren coordinar los comités de defensa (sic) de la cuarta transformación, que es otro nombre de los precandidatos, y será interesante ver cómo se justifican los gastos de estas precampañas cuando les toque rendir cuentas a las autoridades electorales.


Lo demás es como antes. El presidente nombró a quienes tenían posibilidades de sucederlo, como se hacía antes, y les permitió promoverse y permitió que los promovieran aunque fuera ilegal, porque ese activismo político violenta la letra y el espíritu de la ley.


Del otro lado

Del otro lado está lo que generosamente podríamos conocer como la oposición, una mezcolanza de partidos y de ideologías que ya no van a ningún lado. Lo único que ofrecen – porque es lo único que pueden ofrecer – son sus ganas de que Morena deje el poder. Y ya.


Es difícil imaginar qué país querría una coalición de partidos cuyos principios políticos, por llamarlos de algún modo, son o tendrían que ser opuestos. Nada más habría que imaginar hacia dónde iría México si ganara un candidato conjunto del partido Revolucionario Institucional y del partido Acción Nacional, porque el de la Revolución Democrática es la sombra de lo que fue y ya no representa gran cosa.


Acostumbrados a escoger un candidato y después encomendarle que cumpla un programa de gobierno sin pena ni gloria ni perspectivas, los partidos de oposición no han logrado encontrar a quien encabece la ofensiva contra la cuarta transformación. Mucho menos están cerca de proponer un camino diferente. Carajo. Parece que no hay dónde ir. Ni cómo.


Aguas

En El Sabinal, una comunidad de Perote, hay protestas porque el agua que llega a sus casas está sucia y huele mal. Hubo muertos por golpes de calor en Veracruz, en Texistepec, y en Coatzacoalcos, que llevaba cinco días sin agua.


El agua del río Blanco, que pasa por Nogales, Ciudad Mendiza, Huiloapan, Río Blanco, Orizaba, Ixtaczoquitlán y Fortín ya no sirve para nada porque su caudal está lleno de desechos químicos y detergentes de la zona industrial.

En Xalapa ya no hay agua. La que hay alcanza para seis de cada diez xalapeños, y los cuatro restantes se lavan y lavan como puedan. Ellos y los que vienen van a estar igual o peor, como admitió el alcalde Ricardo Ahued, porque el problema es financiero. Se necesitan más de mil novecientos millones de pesos "para dejarle un futuro de agua a las nuevas generaciones". Pero no hay dinero para eso.


Ahí viene el futuro.


Desde el balcón

Dos perros se reconocen a ladridos en la vereda de enfrente y después siguen su camino, moviendo la cola satisfechos. El vecino anónimo practica una cosa

de Liszt y las ranas del jardín – post coitum animalis tristis animus mutandis – duermen la siesta de los justos en el silencio ensordecedor de los insectos. No hay discursos ni encuestas. La malta tiene reflejos dorados bajo la luz de la resolana. Es un jueves sin qué hacer

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