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El INE y la democracia delegativa

Xochitl Patricia Campos López

Aunque Lorenzo Córdova pretenda señalar que el INE constituye la vía a la Dinamarca Mexicana, lo cierto es que la estructura electoral sólo ha permitido la designación de autoridades ejecutivas y no ha tenido mayor repercusión en conducir al país hacia una democracia representativa liberal, es decir, plural y competitiva. La transición política mexicana, como otras más en Latinoamérica, se distingue por su incapacidad para generar una división de poderes, ciudadanía y respeto a los derechos humanos.

Guillermo O´Donell y César Cansino han criticado el excesivo electoralismo de organismos como el INE/IFE y de personajes como José Woldenberg o Lorenzo Córdova, puesto que la importancia concedida a los procesos electorales no se corresponde con las consecuencias de una auténtica democracia sustantiva. La idea de que la democracia mexicana está en riesgo por la reducción presupuestaria al INE, además de falaz, constituye una de las exageraciones teóricas infames de la ciencia política mexicana, que ha hecho de la arena electoral un feudo para presionar a la clase política y obtener diferentes prebendas.

No se equivoca el gobierno federal al decir que Lorenzo Córdova y Ciro Murayama -más asociados- defienden un feudo. No se trata sólo del presupuesto asignado al organismo, que constituye uno de los más elevados en comparación con universidades, estados y dependencias; sino de las concertacesiones que se hacen desde allí, elevando con ello los costos de procesos electorales simulados. La constante judicialización de los procesos electorales -federales y locales- es muestra de que la discrecionalidad y tergiversación distinguen a los consejeros electorales. El caso ejemplar es Luis Carlos Ugalde, quien sirve a los intereses de la Maestra Elba Esther Gordillo desde siempre.

Con el INE o sin el INE, México seguirá siendo una democracia delegativa; del mismo modo que si triunfa la derecha o la izquierda. La realidad no se funda por decreto y nuestro país no será una cultura liberal de la noche a la mañana. Por eso debe desaparecer el INE, porque a su función se debe la carencia de una ciudadanía, falencia para socializar los valores democráticos, incapacidad crítica al poder público y carencia de valores laicos. La violencia nacional también es una realidad contundente que muestra las fallas del organismo electoral. ¿Qué tiene que ver la narcoguerra con el INE? Pues nada más que los valores de la cultura democrática no han arraigado y esa era una de las principales tareas del organismo.

Los límites antropológicos de las democracias antiliberales de América Latina se corresponden con otros factores que trascienden al INE y muestran la necesidad de ajustes históricos o políticas de gran calado que algún día deberán ejecutarse. Ahora que Roger Bartra es tan leído por la derecha nacional, valdría la pena reflexionar sobre la importancia que tuvo su obra “La Fractura Mexicana” para advertir lo que se vislumbraba de no corregirse la indolencia neoliberal. Los responsables del fango sobre la democracia mexicana fueron los miembros de una derecha racista, aporofóbica, clasista y extranjera, misma que representan Lorenzo Córdova, Ciro Murayama y Luis Carlos Ugalde.

El diagnóstico estaba hecho a tiempo, ¿por qué no hicieron nada?, ¿por qué empeoraron las cosas? La democracia delegativa mexicana o democracia autoritaria -como quieran llamarle- toma su cauce natural, y será difícil detenerlo o modificarlo sin una verdadera obra de ingeniería

institucional. Es un verdadero cinismo que el INE no reconozca sus desaciertos y responsabilidades en este proceso de esclarecimiento político.

Nada es tan preocupante como escuchar a los consejeros del INE y la derecha mexicana tratar de equiparar el régimen neoliberal con una democracia europea. Además de abandonar la tarea de generar una cultura política democrática, el INE no realizó un esfuerzo de análisis antropológico mínimo indispensable para reconocer las identidades que conforman el país, quiénes son los pobres, quiénes venden sus votos, por qué predomina el cacicazgo en la mayor extensión geográfica del país, por qué el colonialismo niega el desarrollo de la ciudadanía, etc. Se quejan de la democracia delegativa, pero todos los días la negociaron. No son demócratas, se comportan como una casta criolla que reclama su derecho de sangre.

Las democracias delegativas constituyen una forma singular en la trayectoria de los sistemas políticos latinoamericanos, avances y retrocesos dentro de un antiliberalismo que en algún momento puede dar el salto cuántico para estructurar una clase media y el ansiado capitalismo legítimo que permita abandonar las sociedades feudales para construir burguesías y modernización. El concepto de O´Donell, al menos permite un diagnóstico acertado para entender lo que nos ocurre, para entender los exabruptos de nuestros procesos económicos, políticos y sociales. La lección mínima de política comparada es que Francia sólo está en Francia y quizá eso debería entender Lorenzo Córdova, la realidad latinoamericana -mexicana en particular- requiere una conducta y trato especial para que la flor democrática se desarrolle adecuadamente.

La cepa fértil para estructurar la democracia en Latinoamérica pasa por reconciliar el anhelado liberalismo con nuestras tradiciones corporativistas, populistas y caudillescas. De la misma manera, el sortilegio geopolítico del imperialismo norteamericano tiene que ser evidenciado; México será una democracia consolidada si Estados Unidos lo permite -al igual que otros casos de colonialismo- y si la sociedad colonial que somos se decide a dar el paso final que la integre a las experiencias históricas del Occidente.

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