El sistema de salud enfermo
- fermarcs779
- Aug 25
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Diario de un reportero
Miguel Molina
Viéndolo bien, el sistema de salud que nos heredó el primer gobierno de la cuarta transformación es prueba de que muchas cosas fueron producto de ocurrencias y caprichos en vez de ideas y proyectos serios. No hay suficientes medicinas, no hay suficientes hospitales, no hay suficientes médicos.
Se ensayaron y se ensayan cosas sin ton ni son. El primer gobierno de Morena canceló el Seguro Popular y creó el Instituto de Salud para el Bienestar, que terminó llamándose IMSS Bienestar. Según el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, el sistema de salud pública del país sería tan bueno y tan eficiente como el de Dinamarca.
La realidad se encargó de mostrar que no fue así, y no parece que vaya a ser así. Poco más de treinta de cada cien mexicanos (cuarenta y cuatro millones y medio) siguen sin acceso a servicios de la salud, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI.
El sistema de salud de México está enfermo. Este año sufrió un recorte de ciento trece mil millones de pesos, muy por debajo de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (seis por ciento del producto interno bruto: México destina dos y medio por ciento).
Pero eso no es todo. Parte importante de la estructura del sistema nacional de salud depende de la subcontratación (contratar a terceros para que hagan trabajos de limpieza y mantenimiento en instituciones públicas), y sigue siendo así aunque López Obrador declaró hace cinco años que esa práctica se terminaría de inmediato.
Tendría que ser delito
No se terminó. La subcontratación sigue rampante. En Veracruz, los trabajadores de limpieza del hospital de Alta Especialidad y la Torre Pediátrica del puerto, del hospital regional de Río Blanco, del Centro Estatal de cancerología de Xalapa, del hospital de la Comunidad de Cerro Azul, del hospital regional de Cardel, dejaron de trabajar porque la empresa que los contrató – Limpieza Especializada Industrial y Hospitalaria, LEIH – no les ha pagado en algunos casos desde hace siete años.
Los paros bloquearon calles y avenidas y carreteras del estado. Sólo así hubo una reacción oficial: Raúl Porras, coordinador de Política Regional de Veracruz, anunció que la gobernadora Rocío Nahle dio instrucciones de que el próximo lunes se pague lo que se debe, aunque quien debe los salarios a los trabajadores es una empresa privada que no ofrece seguro social ni prestaciones al personal. Si no es delito tendría que serlo.
El portal de internet de LEIH dice que la empresa tiene programas que buscan mejorar la calidad de vida de sus colaboradores en diversas áreas, aunque no hay ninguna mención al pago de salarios. Y la promesa del gobierno habría que tomarla con precaución, porque hay antecedentes.
El gobierno de Veracruz les debe a empleados, a proveedores, a contratistas de obra pública, a ex empleados del Seguro Popular, y desde hace diecisiete años a don Justino Reyes, pese a que hay una orden judicial que manda que le paguen.
Veracruz no está sola en este predicamento. En muchas otras partes del país hay desabasto de medicinas, equipos obsoletos o descompuestos si hay, instalaciones inadecuadas, falta de personal o personal no capacitado, sobrepoblación. Y necesidad de dinero.
No faltará el corifeo que quiera atribuir ambición política a las protestas de los trabajadores, pero el hecho es que no les han pagado. Lo demás ya es lo de menos. Basta con ver el video en que el doctor Samuel Ferrer Palacios, director del clínica del ISSSTE en Xalapa, lamenta en voz alta en una sala de espera, frente a los pacientes, que el servicio que dan sea tan pobre, tan negligente, y tan pérfido.
El vínculo es: https://www.alcalorpolitico.com/informacion/admite-samuel-ferrar-palacios-que-en-issste-xalapa-hay-negligencia-y-perfidia-430452.html
Desde el balcón
Poco a poco, el balcón va quedando vacío. Ni lavanda ni tomillo ni orégano, ni petunias ni geranios, ni chiles ni romero, ni ninguna otra cosa. Nunca hubo hortensias. No queda nada, salvo la ocasional copa de malta. Abajo, el sendero del parque está cerrado, y en vez de las voces de los niños se oye sólo el silencio atronador de los insectos.
Ya es jueves. Un sorbo de malta, y uno piensa en los placeres y dulzores desta vida trabajada que tenemos. También a uno le dan ganas de irse a vivir a España, que en estos días de incendios parece más infierno que paraíso, y en el último sorbo de malta al atardecer, con la copa que conserva reflejos de otro tiempo, uno escribe en plena oscuridad: aquí he vivido.
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