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"Eppur si muove"

Santiago Roig


Una leyenda llenó mi juventud de admiración por aquellos que sostienen la verdad, o la evidencia de los hechos, aún en situaciones adversas: la de Galileo Galilei defendiendo la teoría heliocéntrica ante el tribunal de la Santa Inquisición. Aunque al parecer los hechos históricos son algo diversos, como yo me la sabía, va más o menos así: Galileo fue juzgado por la Santa Inquisición por sostener que el sol era quien estaba fijo y la tierra se movía a su alrededor. El tribunal, formado por cardenales, tomaba eso como un sacrilegio, según interpretaciones particulares de los textos sagrados, por lo que pedía a Galileo abjurar de sus dichos so pena de castigos atroces, entre los que bien podía estar el pagar con la vida la afrenta. Galileo abjuró, movido sin duda por un cierto apego a su propio pellejo, pero una vez se vio liberado de la presencia del tribunal masculló entre dientes eppur si muove (y sin embargo se mueve). Este recuerdo me regresó a la mente esta semana ante las oleadas de críticas al gobierno federal y muy en particular a los dichos y hechos de López Obrador. Lo he sostenido y lo repito: no soy un fan acrítico del presidente, pero estoy convencido de que el cambio que él intenta era totalmente necesario y aunque a mi juicio aún falta mucho, haberlo iniciado ya tiene mucho mérito. Las críticas en los medios han sido constantes, frecuentemente falsas y de preferencia alarmistas. Ya se sabe, lo dijo primero Botellita de Jerez y luego lo retomó Café Tacuba: para muchos medios lo suyo es “armarla de tos”. Aun así, sorprende que problemas mundiales como el de la inflación se le achaquen a una mala gestión del gobierno cuando en otros países o regiones del mundo la situación es igual o peor. La posición que tomó ante la recién concluida (y bastante triste en términos de resultados) Cumbre de las Américas también ha sido vituperada, pese a que otros mandatarios adoptaron la misma; y algunos de los que fueron, como Alberto Fernández, el presidente de Argentina, sostuvieron criterios similares en sus discursos e intervenciones. La batalla en contra del Tren Maya no ceja, cómo tampoco han parado, aunque si disminuido, los ataques al nuevo aeropuerto Felipe Ángeles, como si echar a andar un sistema de esa magnitud pudiera hacerse de un día para el otro; lo cual, por cierto, era uno de los graves problemas del NAICM según el Ing. Jiménez Espriú (documentado en “La Cancelación”): el hecho de que el aeropuerto de Texcoco y el Benito Juárez de ningún modo podían coexistir, así que inaugurar uno implicaba cerrar el otro prácticamente al mismo tiempo. El problema de la violencia es lacerante, ya sea contra los periodistas, las mujeres o los ciudadanos en general, pero eso tampoco es algo que surgió de la noche a la mañana, ni se puede parar por decreto. Tenemos un serio problema social y esto se tiene que resolver por esa vía: la social; dando mejores oportunidades, mejor educación, creando una sociedad más justa en todos sentidos y mucho más consciente. Eso lleva tiempo, si López Obrador logra avanzar así sea solo un poco, habrá conseguido un triunfo notable. En este sentido, que yo recuerde, ningún presidente logró dejar el país en mejor situación de la que se lo entregaron, al menos no en tiempos recientes. Y sigue una larga lista de ataques; casi todo es tema de alguna acusación o deformación de los hechos. Me llama la atención también, que esta campaña mediática ya desbordó las fronteras. Los políticos norteamericanos, sobre todo los republicanos, no pierden la oportunidad de intentar llevar agua a su molino, criticar a quien no parece ser un mandatario tan dúctil como los anteriores. En este caso lo que llama la atención es la desfachatez con la que se hace la crítica y no el hecho en sí de que suceda. Más sorprendente es el caso de medios como Radio Francia Internacional (cuyos noticieros escucho desde hace años) que también ha comenzado a incluir en sus emisiones voces de mexicanos que no están de acuerdo con el gobierno. Ya es mala suerte que entre cerca de 130 millones de paisanos siempre encuentren a la voz discordante para que les comparta una opinión negativa.


Una opción para explicar todo lo anterior sería decir que en efecto las cosas van mal, Radio Francia encuentra, por ejemplo, opiniones críticas al gobierno porque son las que más abundan ¿será eso posible? Haría falta tener una especie de termómetro o de instrumento de medición del descontento en general…


¡Ah! ¡Pero tenemos uno! El 5 de junio pasado se celebraron elecciones en seis estados del país. Aunque no fueron más que una pequeña muestra, si las cosas estuvieran tan mal como nos quieren hacer creer, los resultados lo hubieran mostrado. Finalmente, defendemos la democracia, por perfectible que sea, como la forma última que tiene todo un pueblo o una parte de él para expresarse, para dar de alguna forma su opinión. El voto de castigo existe, y se usa con frecuencia. Entiendo que para tener una buena democracia nos falta mucho, tanto en lo que se refiere a la educación de los ciudadanos como en lo que representan los partidos (no solo negocios, sino propuestas políticas) y no hablemos de los supuestos árbitros que han dejado a lo largo de los años mucho que desear.


Pues bien, ya se sabe: el resultado de esta toma de opinión indirecta de la ciudadanía dio como resultado un triunfo bastante claro del partido en el poder federal, es decir el del Presidente de la República. Habiendo 6 estados en juego, ninguno de los cuales gobernaba Morena, logró ganar cuatro. Al menos en esos cuatro la gente parece estar contenta con la marcha de las cosas. Pero veamos un poco los detalles. Salvo en el caso de Tamaulipas, donde la decisión fue algo más cerrada, ahí donde ganó Morena lo hizo con bastante holgura, donde perdió obtuvo un porcentaje de votos mayor que los que obtiene la oposición cuando es ella la perdedora. Pero aún hay un detalle que para mí es significativo: el estado donde esa diferencia es más contundente, al menos con los resultados publicados hasta ahora, es justamente Quintana Roo, el estado donde se encuentra el polémico tramo del Tren Maya que tanto ha sido cuestionado por los defensores de la selva. Por lo visto a los ciudadanos de ese estado no parece preocuparles el tema, dado el apoyo que le brindaron a Morena en las urnas.


Bajo cualquier lupa que se quiera revisar el asunto, la conclusión es que a Morena no le fue nada mal, la gente en esta pequeña muestra de estados está más atenta a lo que pasa en su entorno, a cómo están cambiando las cosas, que en lo que dicen los medios y parece, en su mayoría, conforme con lo que ve. Podríamos decir que a pesar de los gritos destemplados del tribunal de la Santa Oposición, el cambio se mueve.

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