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Estado seco

Diario de un reportero


Miguel Molina


Veracruz sigue sin agua. Y lo más notable es que nadie está haciendo nada – al menos nada significativo – para solucionar el problema, que aparece en los programas de desarrollo estatal desde hace quién sabe cuándo.

En el plan más reciente, se advierte que muchas localidades enfrentan el serio problema de tener cada vez menor disponibilidad (sic) de agua, debido a la deficiente gestión del líquido, al crecimiento demográfico y a la expansión de las actividades productivas de las últimas décadas.


Un ejemplo cercano – aunque remoto para quienes no vivan en el Puerto de Veracruz – es el del Grupo Metropolitano de Agua y Saneamiento, una sociedad anónima promotora de inversiones de capital variable, el Grupo MAS, que en los últimos cuatro años ha recibido casi tres mil millones de pesos por el cobro del servicio de agua potable en los municipios de Veracruz y de Medellín.

"Lamentablemente (el grupo) no ha reinvertido un solo peso para modernizar la infraestructura hidráulica", según el resultado de una auditoría que entregó el órgano de Fiscalización Superior – ORFIS – al Congreso del Estado.


No muy lejos del puerto, en Córdoba, la Comisión Municipal del Agua advirtió que los niveles en los cuerpos de suministro han bajado treinta por ciento, y recomendó usar el agua con prudencia, e impuso multas de hasta cinco mil pesos para quien la desperdicie.


Y más allá, en el sur que es más bien sureste – Santiago Sochiapan, San Juan Evangelista, Playa Vicente, Soconusco, Sayula de Alemán, Acayucan, Oluta, Texistepec – han muerto dos personas y hay una alta mortandad de animales por la escasez de agua y el calor, según el diputado Marco Antonio Martínez Amador (Acayucan, Morena).

Y más allá, en el norte lejano y pobre y olvidado, en la Sierra de Zongolica, hay siete municipios donde se recibe agua a gotas o de plano no se recibe, al menos desde hace dos semanas. Muchos terminan comprando agua de garrafón o pagan pipas para que les llenen el tinaco.


En Tezotzingo (San Juan Texhuacan) más de cien familias están sin agua desde hace dos meses, según Celso Nopaltecatl Xalamihua, coordinador regional de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC).

En Banderilla, un grupo de personas bloqueó el acceso a Xalapa y la salida de la ciudad en protesta porque llevan dos meses sin agua. El video que acompaña este párrafo (https://www.alcalorpolitico.com/informacion/bloquean-por-falta-de-agua-en-banderilla-389759.html) no necesitó palabras para mostrar el tamaño del descontento.


Pronto será demasiado tarde. Las corcholatas que recorren el país desde el lunes no ofrecen – porque no tienen – solución al problema del agua. Ninguno de ellos vive en lugares donde hay racionamiento, donde hay escasez, donde la gente no tiene con qué bañarse, con qué lavar los platos, con qué vivir como Dios manda.


No se vale

He tenido más desencuentros que coincidencias con la periodista Claudia Guerrero, pero eso es ahora lo de menos. Lo que ella escribe, lo que piensa, lo que publica, es tan respetable como lo que escribimos, lo que pensamos, y lo que publicamos quienes contamos nuestra versión – diferente – de la historia de lo inmediato.


La burda maniobra de involucrarla en una investigación sobre algo que publicó hace años dice mucho de quienes quieren meterle miedo y de los que quieren callarla porque ha dicho cosas que comprometen a la cuarta transformación veracruzana. Pero decir las cosas es el oficio del periodista. La amenaza a Claudia Guerrero nos amenaza a todos: todos podríamos ser Claudia Guerrero, y eso no se vale, ni con ella ni con nadie. La corrupción no se acaba si se persigue y se encarcela a los periodistas.


Desde el balcón

Uno se sienta un rato a ver qué hace la malta con el día más largo del año, que aquí se acabó el miércoles a las nueve y media de la noche, y entiende por qué había tantas hormigas dondequiera. Es calor de agua. La tarde tiene olores de lavanda cerca y de cedro lejos. Hay truenos más allá de las nubes.


La tormenta se desató el mediodía del jueves, llena de lluvia y vientos. Duró una hora, una hora y media, algo así, y llenó todo de agua fría. Las hormigas tenían razón. La malta también.

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