Diego Martín Velázquez Caballero
La noticia respecto del intervencionismo norteamericano en México para alterar los resultados de las próximas elecciones genera indignación, aunque resulta comprensible y común en el marco histórico de nuestra vecindad. Grave, pero sin novedad alguna. Lo interesante no es sólo el financiamiento a la derecha mexicana sino a la mayor parte de las tendencias políticas que sirvan a los intereses geopolíticos. El imperialismo de Estados Unidos es capaz de pervertir las causas más nobles y justas para alcanzar sus ambiciones. Un país que hace guerras por cacahuates y nueces es capaz de todo y mucho más.
El señalamiento de AMLO respecto a USAID y el IMCO, genera reminiscencias a las anécdotas de los militantes en la época de la Guerra Fría. Todos iban a pedir dinero a Gobernación, luego tenían que confrontarse o DFS apretaba las tuercas a todos los bandos y, finalmente, todos recibían recursos para fortalecer, en la medida de lo posible, sus institutos políticos y gubernamentales. Estados Unidos patrocina a la derecha, pero también a muchas izquierdas. En un mundo donde la disputa geopolítica causaba paroxismo en la sociedad estadounidense, animó también al imperialismo yanqui para extenderse por todas partes.
El cemento del PRI se acabó cuando ya no pudo tener el control económico para repartir empleos mediante la cooptación y el corporativismo. Así está ocurriendo con Estados Unidos. Morris Berman, Noam Chomsky y Samuel Huntington tienen una serie de coincidencias respecto a la decadencia norteamericana. El contribuyente estadounidense ya no soporta la deslealtad del Trust y, por eso, la camarilla trumpista se dispone a fracturar la Unión Americana si el dispendio irracional continúa.
La globalización postneoliberal extractivista que el Partido Demócrata ha terminado por abanderar ya no cabe en el mundo del futuro. El PRI fue una confederación corporativista caciquil y EU se conformó como un Trust de Gánsteres. Ambos se transformaron en una cultura más que una institución: el que gana se queda con todo. Y, si bien, dicho individualismo anarquista ha llevado el mercado libre a todas partes; no genera comunidad ni sociedad, es el estado de naturaleza puro. Pedro Páramo y Leviatán dividiendo a todos para ganar siempre. Y amenazando con cruzarse de brazos para causar la noche violenta, el polvo de hombres.
Cuando la opinión pública se pregunta ¿Por qué el PRI nunca muere? Sólo basta voltear a ver la displicencia de los partidos políticos. Probablemente lo mismo se aplique a las naciones que preguntan ¿Por qué Estados Unidos no termina de caer?
Algunas naciones que han logrado establecerse en forma mediana sin pretender la hegemonía de Estados Unidos, tuvieron que desarrollar tareas importantes para conformarse como Estados y Sociedades. Es la diferencia de los países que han logrado bloquear el incesante imperialismo yanqui y salvaguardan su soberanía.
El PRI nunca logró consolidarse como un Partido de Estado, y los partidos satélites que se crearon a partir del mismo, todavía siguen siendo marginales y dependientes. Lo mismo ocurre con los Estados colonizados por Norteamérica.
La pandemia actual es una dura prueba para los valores identitarios de las civilizaciones. Estados Unidos, como el PRI en el 2000, enfrenta el reto de regresar al origen, reinventarse; so pena de continuar en un pragmatismo vacuo, irracional, que termina en el nihilismo. América -completa- se enfrenta a la orfandad si no hay disposición para retomar la historia donde el rumbo se equivocó. Estados Unidos se contrapone a la tarea de convertirse en un Estado y una sociedad multicultural, disposiciones que se inhibieron desde final de la Segunda Guerra Mundial.
El intervencionismo imperialista sólo genera emigración, narcotráfico, pobreza y anomia que, de todas formas, Norteamérica termina por subsanar. ¿Hasta cuándo aguantará este ritmo de explotación el individualismo liberal estadounidense? Los zombis y aliens pululan por todas partes de la geografía estadounidense y no soportarán por más tiempo el abandono y la desatención. Así como polarizan a otras sociedades para llegar a la guerra civil, las nueve norteaméricas están al borde de un radical conflicto intestino. Los problemas sociodemográficos internos de Estados Unidos son más graves de los que enfrenta China, Rusia o India.
En México gobiernan priistas de todos los partidos políticos y la transición acabó en un Estado Fallido. ¿Cómo terminará el mundo si gobiernan gringos de todas las razas y nacionalidades?
La Cultura de Davos ha cambiado radicalmente sus metas para el 2030, el Partido Demócrata es tangencial respecto a las mismas. Joe Biden intenta imitar a Constantino y rescatar el Imperio entregándoselo a la Iglesia Católica, no funcionará. El último libro de Samuel Huntington establecía los mecanismos de la regeneración estadounidense, se trata de formar una sociedad nueva a partir de una ruptura con el corporativismo de los trust, no de regresar al corporativismo de la Edad Media. Una larga noche dolorosa se advierte si Estados Unidos mantiene el subsidio a los terroristas de todas las ideologías, incluidos los antiestadounidenses, y no permite que la geografía evolucione por cuenta propia. Eurasia, el Islam, Brahmanismo y Budismo; van a ganar la batalla si se mantiene la lucha por negar su existencia.
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