Diario de un reportero
Miguel Molina
Hay un problema. Se descubre que el hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador vive en una casa de Houston, se revela que la casa es o era propiedad de un ejecutivo de Baker Hughes, una empresa estadunidense de tecnología energética, y se sabe que Baker Hughes recibió contratos por casi doscientos millones de dólares por asignaciones de Petróleos Mexicanos. Esos son los hechos. Sin filtros y sin tendencias.
Hay otro problema. Políticos de varios partidos, senadores, diputados, barras y colegios de abogados, académicos, se manifestaron en las gradas de la Catedral de Xalapa para protestar por el uso de los ultrajes a la autoridad en Veracruz como razón para detener y mantener en la cárcel a más de mil detenidos – entre ellos varios militantes de la oposición – por ese delito. Esos son los hechos. Sin filtros y sin tendencias.
La respuesta en los dos casos ha sido atacar al mensajero, a quien revela los hechos, a quien protesta por los abusos. Pero en ninguno de los casos se ha visto ni se ha expresado la voluntad de investigar lo que se denuncia. Uno no encuentra la razón para que un hijo siga los principios de su padre. Tampoco encuentra la razón para que cualquier persona, aunque sea un político de oposición, se abstenga de protestar por algo que considera injusto e ilegal.
Los que investigaron y escribieron la historia de la casa del hijo del presidente en Houston no inventaron nada. Los que protestaron en Veracruz tampoco.
Traidores a la patria, neoliberalistas, fifís, corruptos, mentirosos
En el caso del hijo del presidente, el pecado es que la familia del mandatario no sólo debe ser virtuosa sino parecerlo. Pero nadie está obligado a seguir el ejemplo de su padre. Y lo de la casa no es el caso, sino el hecho de que el hijo de López Obrador haya vivido en una casa que le prestó un socio de Baker Hughes. Los periodistas que encontraron y contaron esa historia son traidores a la patria, neoliberalistas, fifís, corruptos, interesados, mentirosos. Se cuestiona a los medios y se ignoran los hechos. Es necesario que alguien diga si se violó alguna ley, que hable de una vez o que calle para siempre. Y que uno vea la historia de la casa por lo que es.
Los que protestaron en Xalapa por los ultrajes cometidos en nombre de la autoridad no sabían que su protesta no servía para nada porque no había miles ni decenas de miles, como si la cantidad de los quejosos determinara la seriedad de la queja. "Hay más gente en la cola de las tortillas que en la movilización que hicieron", declaró el gobernador, que no ha hecho cola para comprar tortillas en mucho tiempo. No habló sobre el problema. Atacó a los manifestantes pero no se detuvo a considerar el motivo de la protesta.
Una mañana de hace tiempo, a medio chilehuevillo, el padrino y yo coincidimos en que el verdadero peligro para el Movimiento de Regeneración Nacional era lo que tenía adentro. El único que te puede traicionar es tu amigo, dijimos. El problema del cambio es que en el gobierno hay muchos que todavía no quieren
cambiar. Y siempre está el asunto de los que van y vienen por sus propios intereses. Teníamos razón. Poco ha cambiado desde entonces.
Lo que ahora vemos es un nuevo desencuentro entre el periodismo y lo que el poder piensa que debe ser el periodismo. Hasta el momento, lo único que se puede ver es que quien se atreva a buscar en los rincones oscuros del poder terminará reducido al desprestigio y la descalificación oficiales. Nadie indagará las denuncias. Descalificarán a quienes presentan los hechos. Eso no era lo que queríamos.
Desde el balcón
Hace sol. Uno sale y se sienta a la resolana como lagartija en piedra, deja que la brisa le peine los cabellos y el calor acaricie los huesos, y piensa en los rincones oscuros del poder. Hay un vasito con malta a la mano por cualquier cosa que se ofrezca.
Y en Veracruz hay cuarenta delincuentes peligrosos – jefes de plaza les dicen – detenidos por ultrajes a la autoridad, y si se deroga ese delito "alguien tiene que responder por (sic) si quedan libres", según el gobernador del estado. "Si no existiera el delito de ultrajes no hubiese sido fácil detenerlos (...) pero cuando los agarramos con (sic) flagrancia traen armas, entonces el arma jurídica que se hizo (sic) fue ésta, la detención por ultrajes".
El vecino atormenta su piano con temas de Piazzola. Uno piensa que la malta es el remedio para muchas cosas, y dos maltas permiten que uno se ría de esa vaina en vez de llorar.
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