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Huachicol

Puros cuentos


Pericles Los cuatro sacerdotes en lo más alto de la pirámide y posicionados de frente a los cuatro vientos, levantaron sus respectivos hornos de piedra volcánica como haciendo señales al destino. El humo y olor a incienso, ascendieron junto con los rezos secretos en una total invocación a los dioses. La ceremonia selvática que concluyó al amanecer, coincidió con la extinción del fuego sagrado dirigido hacia los cuatro puntos cardinales y bajo el soplo del sacerdote mayor a través de un caracol gigante. Los penachos de plumas quetzales, se movían al son de los cánticos mágicos que se tornaron de colores exóticos con los rayos solares y dando el punto final a las imploraciones. Los dioses respondieron. Las inundaciones y deslaves arrasaron la comarca, trayendo desolación y hambrunas. Se consultaron los códices en un afán de interpretar las señales de los tiempos. Cuestionamiento a los dogmas que trajo plagas y guerras de dominio local. Pasada la convulsión política, se abrió de nuevo una reconsideración ceremonial, que terminó con la conclusión que lo que faltó, había sido un sacrificio humano. Era el año 2019. La embestida cultural y tecnológica de más de 500 años de conquista europea, no habían modificado la mentalidad de la conexión con los inframundos astrales o sus influencias. Los sacerdotisos deliberaron por meses sin decisión alguna y los chamanes ahogándose en un océano de contradicciones morales quedaron en un silencio contemplativo. El terremoto nocturno movió todo y minutos después, derrumbó lo demás. Incendios y gritos tomaron la aldea en un lamento de dolor y desesperación. Por lo que se tornó imperativo, el cierre del siguiente ciclo del universo con el sacrificio a los dioses. Se iniciaron los preparativos en la aldea olvidada, remontándose a más de 500 años hacia el pasado. Se prohibió otras lenguas que no fuera la ortodoxa, así mismo todo lo moderno e incluso la vestimenta y formas de comportamiento ajenas a los códices. En ese regresar en el tiempo, se revivieron otros dioses que despertaron como ellos dentro de un remolino de etnia mítica. La variedad de dioses a complacer, requería sacrificios milenarios para revertir los castigos celestiales. Los chamanes ordenaron el cierre de la aldea a todo lo foráneo, cortando la electricidad y abandonando todo lo motorizado. La oscuridad de las noches era total. Donde las antorchas y fuegos ceremoniales le daban un tinte surrealista. Limpiaron la pirámide que había quedado sepultada con los diluvios, solo para encontrar otras dos más antiguas que la original. Ante la multiplicidad de altares, se ordenaron más sacerdotes ,vestimentas sagradas, cuchillos de pedernal y candidatas a sacrificar. Se seleccionaron 13 niñas púber y con certificación de virginidad. Se les limpió con baños rituales y se les cubrió su desnudez con elaborados rebozos de colores de la flora local. Regresaron los enviados, con caracoles gigantes extraídos del mar abierto y los calibraron para emitir sonidos de ultratumba. Se enviaron emisarios a las aldeas cercanas para concurrir a los viejos como señal de paz y armonía, en el proceso de pacificación a los dioses. Los preparativos avanzaron como planeado, incluyendo la extracción de aguamiel del agave gigante, que se encontraba al pie de la pirámide central y que se terminó vertiendo en los cálices ceremoniales. Llegando la primera noche de luna llena se abrieron las puertas celestiales al sonido de los tres caracoles marítimos. Penachos al viento y rezos oscuros llenaban la noche y las cabezas de los postrados. Los 12 sacerdotes con sus vestimentas alucinadas y haciendo complicadas genuflexiones, empezaron a tomarse el líquido del agave selvático y ordenan la repartición del resto de la pócima. Los ordenados al ver la disparidad entre el número de asistentes y la cantidad del líquido, empiezan a diluirlo con agua del rio y jugo de frutas raras. La embriaguez colectiva trajo un cambio en el protocolo ceremonial, donde varias de las vírgenes empezaron a vomitar sus adentros estomacales y dos de los sacerdotes terminaron cantando canciones de moda. El sacerdote principal, en pavor completo, intenta reordenar lo desordenado, solo para recibir insultos y maldiciones autóctonas difíciles de interpretar. En el remolino del caos, alcohol adulterado, bravatas y gritos encontrados, se oyeron tiros a lo lejos y de cercas. Siendo uno de ellos, lo que impactó al gasoducto expuesto durante la excavación de las pirámides, provocando una explosión monumental que arrasó con todo y con todos. Y solo dejando, un claro lacandón, donde eventualmente se posarían los helicópteros con las autoridades e ingenieros. De la aldea no quedó nada. Solo sobrevivieron las pirámides ancestrales, como recordatorio que los dioses nos vigilan. Y eso es, lo que se dice del primer hachicol en la época moderna. PMX


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