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INE. La última prueba

  • fermarcs779
  • Jun 3, 2024
  • 2 min read

Xóchitl Patricia Campos López


La situación electoral que presenta México, pondrá en tela de juicio el modelo de transición vía elecciones competitivas que se implementó durante la época neoliberal en México. El INE ha sido un gran desengaño, pero el mal desempeño de la burocracia dorada nada tiene que ver con la organización del proceso electoral. El morenismo no logró la subordinación de las instituciones electorales y depende de los resultados electorales posteriores la perspectiva que el Plan C alcance desarrollar. Los grupos electorales participaron y será la forma en que se califiquen las elecciones para entender qué sucederá con el INE-IFE.

A pesar de la debilidad institucional que se radicó durante este sexenio en el INE, la burocracia media y baja desarrollaron un trabajo importante para llevar a cabo la jornada electoral. Sigue siendo lamentable el papel de los organismos electorales locales, los reclamos y violencia política en algunos casos, muestran que el feuderalismo sigue siendo la marca de la democracia local.

De cualquier forma, es fundamental repensar la organización y existencia del INE/IFE. La reacción a los resultados que brinde el instituto electoral será fundamental para considerar su futuro.

La organización electoral es importante, pero hace falta implementar nuevas formas de selección para la clase gobernante. La segunda vuelta electoral, para todos los cargos, la democracia interna en los partidos y el modelo de financiamiento para los institutos electorales, son discusiones que ya no pueden esperar más.

Una vez concluida la jornada electoral, el INE se juega la existencia misma. No se trata de decir que el arbitro desencanta a todos sino que es fundamental salir de un modelo que busca la competitividad, pero no está preparado para elecciones altamente competitivas y que no genera incentivos para la cooperación.

Durante la época neoliberal, como otras instituciones autónomas, la alta burocracia subordinó el INE a los intereses de una doctrina dogmática que limitaba la participación, inhibía los mecanismos de participación directa y resta corresponsabilidad de los gobiernos y sociedad.

Aunque el INE siempre afirmó que nunca tuvo dientes para implementar un juego limpio en los protagonistas de la competencia electoral, mas bien nunca quiso ponérselos y renunció a su dimensión histórica de imparcialidad y neutralidad.

El servicio civil de carrera queda como una característica positiva e importante de los funcionarios electorales, deberá retomarse para el futuro; empero, la burocracia dorada que influye negativamente en el desenlace electoral, no puede continuar.

Metafóricamente se habla de que el INE representa un monumento a la desconfianza de los mexicanos; pero la gente sale a votar, soporta las filas agobiantes y se expone. Quienes no se tienen confianza son los partidos y el INE, ellos sabotean la democracia, prostituyen a los electores y violentan la jornada electoral en grados excesivos según sus intereses.

Es importante sustituir al INE y los Oples por mecanismos ciudadanos que vigilen más a los partidos y blinden la participación social de la violencia. El interregno de la transición se prolonga y la ruta se hace incierta. Son necesarios nuevos caminos para la democracia directa y popular.

 
 
 

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