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Intermarium y 2 de octubre

Diego Martín Velázquez Caballero

El anticomunismo mexicano se refleja particularmente en las represiones estudiantiles y el exterminio de los grupos guerrilleros revolucionarios en las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, aunque prevalece en contra de algunas guerrillas rurales simbólicas como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Las matanzas de estudiantes estuvieron orientadas por el combate al comunismo financiado Estados Unidos en los gobiernos satélites como el régimen priista. Sin embargo, es necesario no perder de vista el clima de opinión y cultural determinado por actores como la Liga Mundial Anticomunista (WACL) donde la membresía de varios actores del sistema político mexicano se reconoce. La WACL ahora persiste en organismos como la Liga Mundial por la Libertad y la Democracia o la Conferencia de Acción Política Conservadora, y mantiene la retórica nazi proveniente de Europa del Este. La derecha religiosa y neoliberal fluye como si la Unión Soviética estuviera por todas partes.

Dentro de las múltiples hipótesis que articulan lo sucedido en la Matanza de Tlatelolco, algunas configuran la intervención en contra de la sucesión presidencial, o bien, la inserción de un gobernante más que vinculado con la geopolítica de los Estados Unidos. Lo cierto es que, no obstante la distinción radical entre los sexenios de Díaz Ordaz y Echeverría, ambos personajes estaban afiliados a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y se sujetaron sin miramientos a lo que la Casa Blanca impone en México. A la distancia, ambos actores se plegaron a Washington.

¿Qué tanto persiste el anticomunismo dirigido por los Estados Unidos en nuestro país? ¿Cuáles son las posibilidades verdaderas de una soberanía geopolítica de la república mexicana?

Antonio Velasco Piña interpretó la tragedia como un sacrificio que motivara el despertar espiritual de los mexicanos; probablemente los estudiantes del 68 constituyen un granito de arena más en la búsqueda de la libertad nacional. La matanza estudiantil también puede contemplarse como un sacrificio indispensable para detener la arbitrariedad del cacique azteca llamado Estados Unidos que, como sus amigos nazis, nunca se cansa de pedir sangre.

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