top of page

La carta

  • fermarcs779
  • May 8
  • 3 min read

Diario de un reportero


Miguel Molina


Uno sabe que algo anda mal, muy mal, cuando la Presidencia de la República tiene que publicar una carta general para decirle a los militantes del partido en el gobierno cómo tienen que comportarse, como pasó esta semana.


Y uno comprueba que algo anda mal cuando los aludidos son personajes de influencia y poder en la política mexicana. Sin nombrarlos, la presidenta Claudia Sheinbaum regañó a los líderes del Senado y de la Cámara de Diputados (que tendría que llamarse Cámara dedi-putados), al presidente del Senado, a algunos funcionarios y a varios morenistas más.


Pero la amonestación de la presidenta se extendió al partido en general: todos los militantes de Morena deben conducirse con honestidad, humildad y sencillez (porque) la parafernalia del poder es del pasado de corrupción y privilegios, no de Morena.


Doña Claudia tuvo que olvidar la licencia partidista que pidió en septiembre del año pasado para dedicarse por completo a los trabajos de su cargo, y asumir – o tratar de asumir – el control de los morenistas que comenzaron a desbalagarse.


Hace treinta años, el candidato presidencial Ernesto Zedillo – convertido ahora en el nuevo enemigo favorito del régimen – declaró que mantendría una sana distancia entre su partido y el gobierno, y no sería (o no quería ser) el líder natural del PRI. Y sabemos cómo le fue al sistema.


En fin. Sabemos que en Morena hay frivolidad, consumismo, ambición por el poder y el dinero, que los morenistas – aunque no todos – tienen la mala costumbre de viajar en aviones o helicópteros privados, usan ropa de marca, y tratan mal a las personas. También andan con guardaespaldas y un séquito de camionetas y comen en restaurantes caros. Si no hubiera eso, la presidenta no habría dicho lo que dijo.


Sheinbaum declara que Morena es humildad – algo que no tendría que decir si no fuera porque muchos morenistas no son humildes –, y que el partido no mira a nadie de arriba abajo a menos que sea para ayudarlo a levantarse. La presidenta, que sería la líder de la agrupación que la llevó al cargo que ahora ocupa, les pide a sus correligionarios ser solidarios y fraternales, que amen al prójimo, que luchen contra la discriminación, contra el racismo, contra el clasismo, contra el machismo.


La carta presidencial es larga. Condena a los legisladores – y las legisladoras – que usan recursos públicos para ir a congresos internacionales y hacer turismo político, y recuerda a los militantes que su partido es el instrumento del pueblo de México.


Lo curioso de la carta es que les dice a los seguidores de la cuarta transformación cómo tienen que comportarse, y esas cosas sólo se dicen cuando los militantes no se portan como deberían. Tal vez se deba a que muchos – sobre todo los pecadores – son políticos que crecieron en otros partidos, el PRI, por ejemplo, y no van a cambiar con cartas ni con discursos. Lo que natura non da, Morena non presta.


Desde el balcón

Este es otro balcón aunque la malta sea la misma. Uno se sienta a sentir la brisa de la tarde, y mira el muro del casco histórico y la torre de la catedral que este año cumple ocho siglos. Tal vez uno merece más, pero con eso se conforma.


Quién sabe dónde estará don Justino Reyes. Quién sabe si habrá leído la carta presidencial, quién sabe qué pensará de ese documento. Pero es muy probable que se haya reído ante la ironía de las recomendaciones de la señora Sheinbaum porque sigue esperando los salarios y otras cosas que el gobierno de Veracruz (dos gobiernos del PRI, uno breve del PAN, y dos de Morena) le debe desde hace diecisiete años.


Tengan su solidaridad, tengan su fraternidad, tengan su amor al prójimo, tengan su carta y tengan sus cartillas morales. La malta es suave. La tristeza y el desencanto no.

 
 
 

Kommentare


bottom of page