La hegemonía inevitable
- fermarcs779
- 4 days ago
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Xochitl Patricia Campos López
El persistente y polémico acto de entregar a capos del narcotráfico a Estados Unidos evidencia, mas que una estrategia de seguridad, es una ineludible subordinación del gobierno mexicano. Resulta perturbador que la Cuarta Transformación, un movimiento que se jactó de su ruptura con el neoliberalismo, hoy parezca confirmar una dolorosa realidad: cualquier gobierno que llegue al poder en México, sin importar su ideología, termina por priorizar los intereses de su poderoso vecino. La soberanía, entonces, se convierte en un ideal imposible. Los analistas comentan que esto demuestra el control que tiene Donald Trump de la presidenta Sheinbaum y que Estados Unidos seguirá ejerciendo ese dominio en los temas que afecten sus intereses, lo que significa que el proyecto de la Cuarta Transformación será modificado sobre la marcha y de manera apresurada para volver al curso de la democracia liberal capitalista.
Esta dinámica de entrega pacífica de líderes del crimen organizado, que se ha intensificado, sugiere que la administración de la presidenta Sheinbaum seguirá un camino de negociación y cooperación forzada. El viaje de la presidenta a Guatemala, lejos de ser un gesto de diplomacia regional, también se observa como un claro indicio de que México actúa como un engranaje en la maquinaria de control estadounidense sobre la migración y el narcotráfico en Centroamérica. Esta posición incluso nos coloca en una jerarquía inferior, por debajo de países como El Salvador y Guatemala, que mantienen una relación más directa con Washington.
La Cuarta Transformación, al parecer, ha desaprovechado la oportunidad de construir un modelo propio que explotara las ventajas de la vecindad con Estados Unidos. La Intelligentsia Izquierdista fue desoída mientras los populistas creaban narrativas de polarización rentables electoralmente, pero inútiles en sentido económico. El tiempo transcurrido bajo su mandato se ha diluido en una retórica nacionalista que, lejos de consolidar la autonomía, solo ha evidenciado su fragilidad. El nacionalismo morenista exacerbado se revela, en este contexto, como la expresión de una impotencia ante la gravitación que mantiene a México como un satélite, vale comparar el análisis que hace Octavio Paz del grito de independencia que resuena cada septiembre, parece ser un eco rabioso de la frustración por no poder romper las cadenas que nos atan.
La acción de la presidenta Sheinbaum no es un hecho aislado, sino un síntoma de lo que vendrá en otros temas cruciales. Es también un reflejo de la erosión ética de la clase política morenista, cuyos escándalos y oportunismo minan cualquier posibilidad de un proyecto de izquierda sólido y transformador. Esta deriva moral y pragmática, que busca asegurar la continuidad en el poder, pone en riesgo el cumplimiento de las promesas de cambio. De poco sirve la legitimidad obtenida en las urnas si la autonomía para gobernar ha quedado comprometida. La entrega de capos, así, no es solo un acto de soberanía, sino una demostración palpable de que poder norteamericano nos trasciende.
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