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La perspectiva de los organismos autónomos y descentralizados en la 4T

Diego Martín Velázquez Caballero

La historia de la época neoliberal en México podría tener un prólogo que señalara: “Hubo una vez un Estado…,”. Por más que los politólogos demócrata liberales enarbolen la temática de la transparencia, sociedad civil, esfera pública y derechos humanos, etc.; como una conquista de la etapa neoliberal, lo cierto es que los indicadores y la conciencia popular no les permiten mentir más. Los organismos internacionales que miden la calidad de la democracia, gobernabilidad y desarrollo humano, están ahí, desde hace más de una década. La destrucción del Estado en México se corresponde con el neoliberalismo. David Collier, Menno Vellinga y Guillermo O´Donnell construyeron sendas compilaciones durante estas décadas para hablar del cambio de paradigma que significó la concepción estatal de los neoliberales.

Cuando el presidente Vicente Fox señalaba que el país podía administrarse igual que una empresa, ello reflejaba la visión gerencial y crematística que se adoptó para construir políticas públicas desde las atalayas de la nueva administración pública (Por ejemplo: Ramón Muñoz Gutiérrez, Eduardo Sojo y Ernesto Derbez). La perspectiva gerencial, como la tecnocrática, fue un rotundo fracaso. No se puede reconstruir el Estado Mexicano si la intención es destruirlo.

Conforme a los apuntes básicos de derecho constitucional y ciencia política, el gobierno encabezado por Morena y la Cuarta Transformación están reconstruyendo el Estado, aunque por el desfase histórico esto les resulta un retroceso a algunos despistados, o bien, la consolidación del chavismo bolivariano.

El Estado es la configuración jurídica, política, económica e, incluso, ideológica; que una sociedad elige para coexistir y gobernarse. Los organismos autónomos y de la sociedad civil, no aparecen por ningún lado en la teoría del estado clásica. Las ínsulas que desarrollaron los neoliberales para mantener una influencia, en nada protegen a la sociedad, sólo constituyen un elemento distintivo del Estado de Bienestar para la oligarquía que anhelan los miembros del círculo rojo e intelectuales orgánicos de la derecha empresarial y religiosa.

A la doctrina social de la iglesia católica hay que ponerla a dialogar con Carl Schmitt, que les encanta. ¿Ese es el Estado que quiere el PRIANRD?

El Estado Mexicano se ha enfrentado a sus enemigos desde la Constitución de 1857 y, principalmente, la Constitución de 1917. Ni el INE, ni el INAI, son indispensables para el Estado Mexicano. Defender el espíritu juarista y revolucionario de los constructos positivistas que nos dan patria y libertad, es la tarea que merece destacarse.

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