Diego Martín Velázquez Caballero
Los resultados electorales de las recientes elecciones españolas que han servido para adelantar otros comicios probablemente definitorios en la designación del jefe de gobierno, sin duda tendrán efectos en las elecciones mexicanas que se avecinan para el próximo año.
Son diversas las razones que explican la recuperación de la derecha y posicionamiento de la ultraderecha española. Allende las características de un populismo extremo cercano al fascismo, se encuentra también la falencia de las políticas públicas implementadas por los gobiernos del PSOE, la corrupción boyante y el excesivo progresismo que –como en el caso de la 2ª república española- hace todo para que las cosas se vuelvan ingobernables.
Esta situación está generándose en México, particularmente en ciertas regiones donde los gobiernos morenistas se traducen como un despropósito. De ahí que las promesas no cumplidas de los ejecutivos estatales morenistas habrán de tomar cuenta del espejo español para corregir al tiempo su curso de acción.
Conforme a los análisis inmediatos del entorno ibérico, la propuesta del PP y VOX se redujo a un solo valor: orden. Y ello resulta significativo porque esta característica está siendo extraviada en varias regiones donde los gobiernos morenistas se han entregado al pragmatismo, la corrupción de Carranza y el corporativismo electoral. Las propuestas fantásticas y fantasiosas ya no las cree nadie.
Aunque en un primer momento se llegó a considerar que las preferencias electorales a favor del lopezobradorismo se mantendrán hasta fin de sexenio. Una vez realizados los procesos electorales del Estado de México y Coahuila, las cosas deben ser analizadas con mayor prudencia.
Aunque el triunfo de MORENA sobre el Grupo Atlacomulco constituye un evento histórico de la mayor trascendencia, lo cierto es que en las elecciones de ambas entidades privó un desorden electoral, lucha de estructuras, mapachería y falta de congruencia partidista que les pasará la factura a todos los actores políticos.
Las elecciones en México no cambian, existe alternancia, pero las prácticas son deleznables y una ofensa para quienes consideran una transformación regenerativa de las masas. Si no hay diferencia en las competencias electorales ¿Habrá diferencia a la hora de gobernar? En algunas entidades, Morena no está haciendo ninguna diferencia.
No son procesos electorales completamente favorables a Morena, existe un margen social que no sólo está dispuesto a vender su voto a los enemigos del lopezobradorismo, también empieza a incrementarse un sector cívico que no está conforme con la Cuarta Transformación. Sabina Berman redujo los procesos políticos en dichas entidades a una decisión alternativa entre corruptos.
Es decir, en algunas entidades resulta importante corregir los indicadores referidos a seguridad pública, derechos humanos, impunidad, feminicidios, pobreza y, en general, proponer la calidad de la democracia. La incongruencia entre las propuestas partidistas y los hechos, es lo que llevó –y probablemente llevará- a los españoles para apoyar una derecha fascista, aunque más formal a la hora de gobernar.
El control se les va de las manos a muchos gobiernos locales morenistas, el papel de sus legisladores y el perfil de su clase política, constituyen elementos que la sociedad rechaza, incluso aquellos que siempre han vendido su voto.
El cambio de bases electorales en España debe alumbrar lo que pasará en México, es cierto que la ultraderecha mexicana nunca apoyara a Rusia como lo hace la ultraderecha española, pero el realineamiento electoral sorpresivo constituye una advertencia respecto de la volatilidad que tiene cualquier electorado.
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