Samuel Schmidt
Me interesaba una tesis doctoral que explica la inevitable desaparición del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el estudiante me entregó un artículo basado en la tesis doctoral, pero el autor principal era su director de tesis, me explicó que así se lo había exigido por haber hecho correcciones al texto, cosa que por lo general hace un director de tesis.
Una de las razones para explicar la corrupción personal es el sistema de puntos establecido en el sistema de educación superior, exigido por el Sistema Nacional de Investigadores y por los programas de estímulos de las universidades. El profesor que exigió co-autoría en un artículo que no escribió (fenómeno muy común) tiene una sólida carrera académica, pero lo traicionó el ego, o está desesperado por reunir los puntos que le reclaman para el pago de un sobresueldo.
Un alumno mío de Ciencias Políticas fue contratado para escribir una tesis, si la memoria no me traiciona para la Facultad de Derecho de la UNAM. El esfuerzo por escribir la tesis le permitía equilibrar sus finanzas y no le reclamó mucho tiempo. El comprador es licenciado.
Un alto funcionario del gobierno federal obligó a un asesor para que le escribiera uno de sus ensayos para la carrera de economía que cursaba en la UNAM, eso sí el funcionario se hacia llamar licenciado.
Una maestra (de tiempo parcial) en la facultad de derecho dirige 500 tesis, varias de ellas plagiadas y a nadie le llamó la atención esa carga académica. Normalmente un académico de tiempo completo podrá dirigir una fracción de esa cantidad de tesis en toda su vida académica.
No obstante las denuncias de acoso sexual, muchas en Derecho, y de abuso contra los estudiantes, las autoridades centrales de la UNAM o son negligentes o no quieren afectar los equilibrios de poder internos que facilitan esos abusos.
Un alumno plagió mi libro sobre chiste político y a otros autores, recibió mención honorífica y fue protegido por su directora de tesis que era directora de la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Le solicité a los rectores Narro y Graue que le retiraran el grado pero Narro no respondió y Graue envió un galimatías legal. Ahora en el caso Yasmín, Graue produce otro galimatías para evadir su responsabilidad.
Un académico por medio de argucias logra no dar una sola clase y dirige un par de tesis en más de 20 años, aunque cobra los estímulos al desempeño docente, dos estudiantes lo denuncian por estimularlos para cometer un robo a cambio de conseguirles una plaza de técnico académico, no hay consecuencias. Un académico, con aspiraciones presidenciales, cobra un salario mayor y estímulos a cambio de dar una clase de 4 horas a la semana. La universidad compensa esas faltas contratando profesores por hora que son mal pagados y sin estabilidad laboral. La tolerancia a los aviadores permite acomodar los intereses de grupos políticos.
En contra del estatuto de la UNAM se le guarda la plaza académica a Lorenzo Córdova y el alimenta la versión que volverá del INE para ser rector de la UNAM.
Un funcionario acusado de malversación de fondos es protegido al ser nombrado en una de las sedes extranjeras de la UNAM como compromiso con un presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Gracias al trabajo de muchos académicos muy serios, la UNAM sigue siendo una gran universidad, pero los niveles de corrupción que enfrenta la universidad y hay universidades peores, cancela posibilidades mayores de desarrollo.
El jefe del almacén de la Facultad de Ciencias Políticas tenía dos papelerías surtidas con lo que se robaba.
La corrupción es un factor de estabilidad y dado el papel político de las universidades en general y de la UNAM en particular, los directivos trabajan por controlar el conflicto, llegando al extremo de voltear la mirada si eso implica violación de las reglas. Cuando la corrupción se generaliza los directivos esconden sus esqueletos en el closet y aplican el principio de “A puñaladas iguales llorar es de cobardes”, el imperio de la impunidad.
La UNAM se escuda tras la autonomía para solapar el delito y la corrupción y lo justifican con el miedo a la inestabilidad. La autonomía no implica ser una república soberana, tienen que dar cuentas financieras al Congreso y a la sociedad sobre su desempeño y la violación de la ley en sus instalaciones.
Un grupo de facinerosos ocupa un auditorio desde hace décadas, desde ahí cometen delitos, entre ellos la venta de droga en el campus central de la UNAM, pero las autoridades no permiten la acción policíaca.
La UNAM se deterioró a partir de la política neoliberal de empobrecimiento de los académicos y su gobierno cayó en manos de un grupo político que distorsionó los mecanismos de gobierno, como la manipulación de la Junta de Gobierno, para que respondiera a las necesidades políticas del grupo que lleva 25 años en el poder.
La UNAM carece de mecanismos reales de corrección ante el dispendio, la corrupción y el abuso. Urge una revisión y corrección radical de la gobernanza universitaria para introducir mecanismos honestos y democráticos.
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